Durante la transición linguística cuando los norteamericanos impusieron el
idioma inglés en el sistema educativo de Filipinas hacia los principios del s.
XX, la manera más efectiva en aquellos días de presentar la protesta de los
escritores hispanofilipinos, para evitar la censura norteamericana en los años
20 y 30, era escribir obras con simbolismos para metaforizar la situación actual
disfrazando la protesta de estos dramaturgos.
TIO SAM: ¿Qué quieres decir, ingrata? Es posible
que te duela ese poquito de ventaja que saco de ti y no te acuerdes de todo lo
que te he dado? Nunca creí que me pagaras así. Me hace mucho daño
oírte...y me da mucha pena este comportamiento.
Ha habido otros dramaturgos que han expresado este tema de
protesta. Las obras de Claro Mayo Recto, La ruta de Damasco y Solo entre las sombras, representan el coflicto entre los valores
hispánicos y los nuevos valores de la juventud de su tiempo. Esto se
dramatiza efectivamente en el conflicto entre Tío Narciso y su sobrino en Solo entre las sombras.
Otros dramaturgos fueron inspirados por el héroe nacional, José
Rizal, quien escribió dos obras galardonadas durante sus días estudiantiles en
el Ateneo Municipal de Manila, Consejo de los dioses y Junto al
Pasig.
Severino Reyes, conocido por sus zarzuelas, escribió El
cablegrama fatal que trata del cablegrama del gobernador general de
Filipinas, Polavieja, enviado al Ministro de Ultramar, anunciando el
fusilamiento de Rizal.
Francisco Varona y Ramón Torres, periodistas de profesión,
escribieron Los hijos de Sisa. Sisa es uno de los personajes de Rizal
en su novela Noli me tangere,
Francisco Liongson toma los personajes de Rizal en la misma
novela--Maria Clara, Elias, Capitán Tiago, el filósofo Tasio, y otros--y
desarrolla una obra en tres actos que titula El pasado que vuelve.
Otro autor que destaca como novelista y dramaturgo es Antonio
Abad. Escribió, entre varias obras, los siguientes dramas: La
redimida, Sor Sagrario, Calvario de un alma, Las hijas de Juan.
Otros dramaturgos que destacaron durante el s. XX fueron: Alejo
Valdés Pica con su obra inspirada por Oscar Wilde, Salome; Luis
Nolasco, poeta y dramaturgo, con su drama La verdad de las verdades; Antonio Serrano, miembro de la Academia Filipina, periodista y dramaturgo con
su excelente obra Orgullo de raza; y Guillermo Gómez Rivera, El
caserón y Por los fueros filipinos, obras que expresan la
explotación de los filipinos por los norteamericanos en los comienzos del s.
XX.
¿POR QUÉ NO TENEMOS MÁS ASOCIACIONES DE PROFESORES DE ESPAÑOL EN FILIPINAS?
Tony P. Fernandez
Es evidente que a pesar que hay instituciones docentes en Manila y
provincias donde hay por lo menos clases de español, es de lamentar que existe
solo una organización de profesores de español que está interesado en los
problemas referentes al castellano en Filipinas, y es la que hoy lo encabeza
el profesor Guillermo Gomez Rivera, presidente de la Corporación Nacional de
Profesores Filipinos de Espanol (CONAPE) Incorporada.
Hace muchos años, que yo sepa, existían agrupaciones de
profesores, instructores o maestros del idioma castellano. Sin embargo, como
es obvio, por el decaído estado del idioma español en la actualidad, ya no hay
elementos en otras provincias de Filipinas que tengan el cometido de reunirse
para estudiar los problemas que la enseñanza del castellano plantea a cada
profesor o instructor, y idear los medios por los cuales se pudiera difundir
más el conocimiento del idioma y pedir al gobierno del presidente Estrada para
conseguir que devuelvan aquellas facilidades legales para que la enseñanza del
idioma sea eficaz.
Tengamos en cuenta que, actualmente el idioma español es el tercer lenguaje
más hablado en todo el mundo después del chino, y el inglés. Es mas, aquí en
la provincia de Quebec el idioma español es la lengua más difundida y mas
hablada después del francés, sustituyendo al idioma italiano que por muchos
años era la lengua de mayor difusión en esta provincia de Canadá. Tengamos en
cuenta también que, actualmente en muchas de las instituciones docentes de
Quebec se dan por lo menos cursos de castellano, y el número de los alumnos
que toman esos cursos es bastante significante.
Habiendo pues más asociaciones de profesores de español en diferentes
lugares de las islas Filipinas, muy probablemente se podra afianzar y mantener
la conservación y difusión del castellano entre los filipinos y buscar las
soluciones a los principales problemas que confrontan su enseñanza. No
podemos, los que todavía pensamos que el idioma castellano no deberá
desaparecer en Filipinas, contentarnos con la gran indiferencia y apatía de
muchos hispanistas filipinos, sobre todo los principalmente llamados de poder
ayudar en esta labor importante y laudable de preservar dicho idioma en
nuestro país.
Me refiero a los que en verdad pueden hacer mucho para que este idioma no
desaparezca y, para que los esfuerzos de los profesores de español no sean
menguados. Para nosotros, estos profesores de español merecen nuestra alabanza
y apoyo, pues no solamente estan en la vanguardia en la cruzada por el español
en Filipinas, sino mas que ningún otro grupo académico demuestran ser los más
positivos para hacer que el español no viva meramente sino que crezca en
Filipinas. A mi juicio, algunos de ellos merecen el Premio Zobel, que dicho
sea de paso solo se otorga hoy a líderes políticos y noa los que
verdaderamente lo merecen.
FILIPINAS HISPANIZADA: ¿UNA BUENA OPCIÓN?
Elizabeth
Medina
Hace poco un amigo filipino residente en EE.UU. me preguntó por qué me parece
factible y positiva la hispanización de Filipinas y mi respuesta fue la
siguiente:
Filipinas tiene 500 años de historia, o sea, de pasado escrito
(1521 hasta el presente), y 400 de ellos han sido consignados en español. Está
confirmado que tenemos un legado documental que no somos capaces de leer, una
veta de oro apenas minada por nuestros historiadores. Además, los trabajos de
historiadores modernos españoles, quienes con tanta dedicación y pericia han
investigado y publicado innumerables trabajos sobre nuestra cultura y pasado
hispanofilipinos, se acumulan en bibliotecas sin que los filipinos nos podamos
valer de aquel invaluable acervo de aportaciones actuales.
Es innegable y curioso que los españoles escribieron mucho sobre Filipinas, y
sospecho que más aún que sobre la mayoría de sus colonias americanas.
Esto se debe seguramente en parte a que Filipinas se independizó sólo 88 años
después de América. Pero indudablemente, Filipinas de por sí era un espacio
geográfico y cultural fascinante, que cautivó la imaginación, el interés
científico, y la sensibilidad humana de los muchos españoles doctos que pasaron
largos años conviviendo con el pueblo.
Hablando como lego y basándome en lo que he podido colegir de los pocos
contactos con académicos filipinos y de sus trabajos en general, de mis propias
indagaciones y de las de investigadores independientes, me parece que la
documentación española rebosa de gemas que siguen a la espera de ser
redescubiertas por estudiosos de la historia filipina. Nuestros historiadores no
le han prestado mucha atención, prefiriendo estudiar las obras de historiadores
anglosajones y los pocos trabajos escritos por españoles y traducidos al inglés,
y por una razón muy sencilla: porque sin la incorporación profunda del idioma y
la cultura hispana, es imposible penetrar los niveles de significado profundo e
implícito de la documentación.
Aquí tenemos, por lo tanto, una doble magnificación del problema. Los
historiadores filipinos están distanciados de su propio legado documental
hispanofilipino porque lo estudian de tercera mano, a través de los filtros
culturales de los investigadores que manejan un nivel un tanto operativo de
conocimiento, pero cuyos filtros culturales ya de por sí operan seleccionando
sólo aquellos contenidos que refuerzan el modo de aprender de su sensibilidad,
que tampoco, por sincero que fuere su interés en desentrañar los mensajes
profundos de los documentos, no puede sino carecer de los pitones que necesitan
para poder escalar tamaño glaciar cultural.
Sin los pitones y todo el equipamiento especializado que proporciona la
experiencia y el estudio profundos de la cultura productora de aquel acervo
documental, es imposible recibir sus mensajes y compenetrarse con él. Esto es
así porque más importante aun que la información externa, es el paisaje interno
adecuado que habilita al investigador para percibir toda la información
--implícita, invisible, no explícita-- que la subyace.
El resultado es que si bien se acumulan datos e interpretaciones de aparente
gran valor científico, no se logra comprender el significado humano y espiritual
de aquella historia.
Y si suponemos -como es mi caso- que el conocimiento debe incorporar siempre
un componente cultural y espiritual que va mucho más allá de la mera acumulación
de datos neutros y que se ocupa por sobre todo de orientar el desarrollo humano,
entonces esta manera de proceder debe ser corregida y reorientada sin perder más
tiempo y esfuerzo.
La cultura, estoy convencida, es la mina de oro de este nuevo siglo. Es el
último continente ignoto y es la mayor riqueza de las naciones. Si un pueblo
descubre la forma de crear en los demás países un vivo interés por su cultura, y
plasma esa fascinación en productos comercializables, tiene asegurada su fuente
de ingreso. Es así que España ha logrado crear mercados para su música,
literatura, arquitectura, moda; Italia otro tanto, particularmente su
gastronomía y su alta costura; Alemania su ingeniería, sus automóviles; del
mismo modo Francia, y por supuesto los EE.UU., cuyos productos anegan nuestras
casas y hasta nuestros cerebros, en el planeta entero.
Filipinas necesariamente deberá aprender a crear mercados externos para su
cultura, no solamente aquella cultura folclórica que no es nada más que una
proliferación de objetos, sino los talentos innatos del pueblo filipino,
reconocidos mundialmente, en las artes culinarias, las plásticas y visuales, la
música, la capacidad inventiva, y --lo que por ahora recién empieza a
manifestarse--la plasmación en una nueva literatura que da cuenta de la
maravillosa complejidad y riqueza de su experiencia histórico-cultural.
Todo lo anterior tiene su arraigo profundo, sus fuentes creativas, en la
cultura del pasado hispanofilipino.
Esto sin mencionar otro tema de gran relevancia, que es el desarrollo de
nuestras relaciones comerciales con los países de habla hispana de la Cuenca del
Pacífico.
Lo Invisible que Rehusa Morir
Los 377 años de hispanización filipina dieron luz a una cultura y un pasado
que se intentó aniquilar y que sigue siendo objeto de atropellos... pero que
rehusa desaparecer y morir.
Una cultura y un pasado que sólo se hace visible cuando, al igual que el
Principito de St. Exupéry, se aprende a ver con el corazón.
Si uno no sabe hablar español, y fluidamente, no se da cuenta de la riqueza
de palabras castellanas que se han incorporado al tagalo y a tantos otros
dialectos nativos filipinos. Si uno no lleva dentro de sí la cultura hispana, no
puede reconocer la cultura hispana que informa y empapa los usos y costumbres
sociales filipinos.
Si uno no conoce los paisajes de España y de América Hispana, con sus
imponentes estructuras de la Edad media y de la Colonización, no reconocerá el
pasado hispano cuyos testigos fieles son las iglesias, casas y pueblos antiguos
de las Islas.
La Responsabilidad de los Guardianes Culturales Filipinos
El hecho de que la mayor parte de nuestra historia transcurrió durante el
período colonial español y que quedó registrada en el idioma de nuestra cultura
hispanofilipina, necesariamente pone en situación de gran responsabilidad a los
guardianes de la cultura y la educación en nuestro país. Borrar el pasado
significa borrar el futuro. El mayor problema cultural que enfrentamos los
filipinos, según mi parecer, es que no existe una mirada reflexiva frente a
estos asuntos en Filipinas, porque tal como dijimos, no se nos esclareció sobre
la importancia de la cultura profunda.
Parte de la culpa la tienen sin duda nuestros antiguos administradores
españoles, otra el sistema de educación norteamericana implantado después, que
necesariamente obró tratando de borrar el pasado cultural para imponer un
presente y futuro anglosajonizados. Pero otra porción de culpa la tienen quienes
han gobernado el país y que han permitido que bajo las nuevas condiciones de
independencia, se hubiese abandonado el amor de las antiguas generaciones por el
idioma y la cultura hispanofilipina, y se hubiese dado carta blanca a quienes se
formaron bajo el régimen norteamericano y se entregaron por entero a ese nuevo
poder, en desmedro de su propia identidad y legado histórico.
Por lo tanto, aunque la propuesta no puede ser pretender dar vuelta de la
noche a la mañana la tortilla cultural y --así como se nos impuso el idioma
inglés-- ahora imponer el castellano, lo que sí es imprescindible es modificar
el canon educacional para que nuestros historiadores, sociólogos, antropólogos,
literatos, arquitectos -todos nuestros formadores de cultura--,recuperen la
conciencia plena del pasado y tengan la opción de emprender estudios profundos
--sea en Filipinas, España o América Latina-- en historia y cultura
hispanoamericano asiática, en el idioma castellano.
Estoy convencida, además, que el intercambio cultural entre América Hispana y
Filipinas no puede sino conducir a una nueva síntesis que a su vez producirá un
florecimiento de lo mejor de cada uno de nuestros pueblos, gracias al nuevo
clima de hermandad y unidad que tenderá a fomentar.
Síntesis que ayudará a llevar nuestras relaciones con España a un nuevo
nivel de madurez y mutua cooperación
Lo anterior no significa que abogo por la separación de Filipinas de su
familia asiática, lo cual sería un absurdo y un nuevo movimiento pendular bajo
el signo del mismo purismo de quienes hoy abogan por separarnos fanáticamente de
nuestro pasado occidental. El hecho es que los filipinos somos un nexo viviente
entre Occidente y Oriente. Somos de los dos mundos y los dos mundos son
nuestros. La mirada naturalista y determinista, tanto de los españoles y de los
norteamericanos, y ahora de nosotros frente a nosotros mismos, dijo que éramos
indios o asiáticos y por lo tanto debemos atenernos a ser lo que somos y nada
más.
De allí el debate actual y absurdo de si Filipinas debería hispanizarse de
nuevo o no. Cuando Filipinas "siempre" ha sido hispanizada. Sólo que los
"filipinos" nacidos a partir de 1901, rápidamente sufrieron primero el trueque
cultural y la supresión del pasado, y después, la franca tergiversación y
aniquilamiento de su historia.
En síntesis, yo diría en respuesta a la pregunta: ¿sería positivo que
Filipinas vuelva a hispanizarse?, que Filipinas "ya está hispanizada"; sólo hace
falta que los filipinos se den cuenta de esta verdad y que la hagan trabajar en
su beneficio, para enriquecerse y progresar, en vez de empobrecerse y regresar.
Porque la regresión tiene sus límites --a diferencia del progreso-- y me
parece evidente que tales límites ya los hemos alcanzado.
Santiago de Chile, 28 de marzo de 2000
DÍGASE FILIPINO O TAGALO (2a Parte)
Enrique Fernández
Lumba
(En este artículo sobre el Tagalo, sería prolijo recordar todos los
valiosos servicios que prestó Don Enrique a la Hispanidad filipina. Su labor
docente y periodística en castellano, asi como su laboriosidad y méritos como
digno miembro de la Academia Filipina, han hecho de él uno de las máximas
figuras de la intelectualidad filipina. Cuando el día 29 de marzo de 1990, Don
Enrique Fernández Lumba falleció, la Hispanidad filipina perdió a uno de sus más
esclarecidos y dignos defensores de la lengua castellana. Era verdaderamente
maravillosa su capacidad y voluntad de trabajo no solamente en el profesorado
sino también escribiendo en varias publicaciones que solicitaban su
colaboración, entre éstas el semanario La Nueva Era en cuyas ediciones figuraban
sus artículos y ensayos. Sus trabajos de profesor y de periodista no le
apartaron del cultivo de la literatura que era también su vocación. Y se
interesó también sobre las principales lenguas filipinas escribiendo varios
artículos sobre este tema.Uno de sus artículos sobre la lengua nacional filipina
se titula Dígase Filipino o Tagalo que apareció en La Nueva Era, el 10 de junio
de 1974. A continuación está la segunda parte del susodicho artículo que a
nuestro juicio pueda interesar a los lectores de hoy.-- Tony P. Fernández)
Si ya en la primera mitad del siglo dieciocho se pudo afirmar que el
tagalo era lengua general, con mayor razón ahora que estamos en el
último tercio del siglo veinte, cuando los medios de comunicación se
han multiplicado y facilitado enormemente; vehículos, radio, televisión,
prensa, cine. Antaño, los de provincias entraban en contacto con el
tagalo al venir a Manila; ahora es el tagalo el que a ellos va a través
de los citados medios de comunicación.
Esta realidad, que sería palpable, fue la que movió al Dr. Rómulo a
decir TAGALO y no “pilipino” al referirse al “mandato presidencial en
esta nueva era de nuestra historia que proclama el español idioma oficial
en nuestro país en plan de igualdad con el inglés y el tagalo, para
perdurar prácticamente hasta el término de las edades.” El Dr. Rómulo
quiso expresar la verdad sin disimulo.
Es oportuno recordar que entre el tagalo y el castellano, jamás ha
habido incompatibilidad, sino todo lo contrario. Empecemos por el hecho
de que el primer tipógrafo filipino, Tomás Pinpín, compuso y publicó en
1610, quince años después de la designación de Manila como capital de las
Islas, su Librong pag-aaralan nang manga Tagalog nang uikang Castila.
Incidentalmente, digamos que esto es un indicio de que al principio los
misioneros no se opusieron a que los naturales aprendieran el castellano
como estaba mandado por el rey de España. De lo contrario, Pinpín no
hubiese escrito y publicado su librong (hispanismo primitivo).
Por su parte, los españoles se entregaron de lleno al aprendizaje de las
lenguas vernáculas, principalmente el tagalo, con tal entuiasmo y buen
éxito que compusieron y publicaron no pocas gramáticas y vocabularios
vernáculos. Hubo linguísticamente un amor réciproco, por decirlo así,
porque si los religiosos se esmeraron en dominar el tagalo, siglos
después, los tagalos demonstrarían a su vez su amor y dominio del
español.
Basta recordar a Paterno, Rizal, Del Pilar, los hermanos Paterno, Apóstol,
los hermanos Guerreros, Santos Cristobal, Teodoro M. Kalaw, Recto, Laygo,
Bernabé, De Jesus, Marfori, Victoriano, Teotico, Canon, Barcelón, Dr.
Delgado, Francisco Zaragoza y otros más.
No es necesario añadir más para demonstrar que no ha habido ni hay
hostilidad entre el tagalo y el castellano. Sin embargo, bueno es
recordar algunos hechos que prueban cómo para los españoles y aún para
los Hispano-Americanos, hace ya tiempo que el tagalo no es sólo
nuestra lengua nacional, sino también oficial. Tal vez desde que el
Presidente Quezon escogió el tagalo base de nuestro idioma nacional.
En 1949, la importante editorial madrileña Aguilar. S. A. de
Ediciones, publicó un Ensayo de un Diccionario de la Literatura,
por Federico Carlos Sainz de Robles. En su primer tomo pg. 590, se lee:
“Filipina o Tagala (Lengua)”. La descripción, sin embargo, es inexacta al
decir: ‘Comprende numerosos dialectos: el tagalo, peculiar de la Isla de
Luzon; el pampango, el sambal... “Y así va nombrando los demás dialectos.
En el párrafo siguiente añade: “La lengua filipina es rica, armoniosa;
es más complicada en sus formas que las restantes lenguas malasias...”
Es evidente que se está refiriendo al tagalo, porque sus fuentes de
información son El Arte y reglas de la lengua tagala, 1610, del P.
Francisco de San Joseph; Arte de la lengua tagala, México, 1669, del P.
Agustino de la Magdalena; y Vocabulario de la lengua tagala,Manila, 1754,
por el P. J. De Noceda.
En 1962, el Almanaque Mundial, que publica la empresa “Editors Press
Service Inc.” de la ciudad de Nueva York, incluye una nota informativa
sobre Filipinas, en la que dice: “Idiomas: tagalo (oficial), bisayo,
inglés, castellano, dialectos malayos,.” Como se ve, para los
redactores del Almanaque, probablemente de general circulación en
Hispanoamérica, el tagalo era ya más de diez años el único idioma oficial
y, como tal, presumirían que era también nacional. Es posible que alguno
de los filipinos que trabajan en las oficinas de las Naciones Unidas fuera
el origen de aquel dato erróneo, entonces, pero fundamentalmente previsto
como exacto.
En 1965, el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, como homenaje
de España a Filipinas en el 1V Centenario de la evangelización de nuestro
pueblo, reimpremió en fascímile el Diccionario Español-Tagalo (Manila 1889)
y Tagalo-Español (Manila, 1914), de Pedro Serrano Laktaw, con un mágnifico
prólogo de la reimpresión por el embajador don Ernesto Giménez Caballero.
El prólogo del diccionario publicado en 1889 es de nuestro héroe
Marcelo H. Del Pilar.
Finalmente, debemos citar como neuva manifestación de amistad y afecto a
Filipinas y de simpatía hacia el tagalo, no sólo de parte de los españoles
sino también de los hispanoamericanos, como aportación de la Oficina de
Educación Iberoamericana (OEI) al Año Internacional del Libro proclamado
por UNESCO en 1972, la publicación del diccionario de Hispanismos en el
Tagalo, fruto del trabajo ímprobo, competente y constante de varios años
realizado por un ilustre español, el Dr. Adolfo Cuadrado Muñiz, asesorado
por nuestro no menos ilustre compatriota Dr. Antonio Molina y con un
Estudio Preliminar a modo de prólogo por el Secretario General de la OIE,
el eminente escritor y diplómatico salvadoreño Dr. Rodolfo Barón Castro,
que el pasado noviembre nos honró con su visita, siendo enaltecido por
la Universidad de Santo Tomás.
La citada obra fue solemnemente presentada a la intelectualidad mundial
en Paris, pudiéndose decir que con ello el tagalo fue reconocido
universalmente como nuestra lengua nacional, toda vez que, cuando se
anunció la próxima aparición del libro en la revista oficial Plana,
de la OIE, se le asignaba como título el de Hispanismos del idioma
filipino. Debe subrayarse que este libro, en el que se han juntado tres
personalidades de la Hispanidad, ha sido impreso con el mayor esmero,
con lujo sobrio, de manera que constituye una joya bibliográfica.
Conviene añadir que para los anglosajones, o por lo menos, los
norte-americanos, el tagalo es el Philippine Language, según consta en
la edición reciente del bien conocido Diccionario Webster.
En resumen y como consecuencia de lo que se ha expuesto y por otras
consideraciones que omitimos por no extendernos más, debemos decir TAGALO
o FILIPINO al referirnos al idioma nacional. Con ello nos conformamos con
la realidad y con lo dispuesto en la nueva Constitución.
Por otra parte, y como resultado de la oficialidad restaurada del español
(hoy ya abolida como idioma oficial) en el Instituto de Lengua Nacional,
(que mejor se llamaría Academia de la Lengua Filipina) debiera estar
representada la porción no despreciable de los filipinos de habla española,
ya que lo están todos los principales idioma regionales del país y
virtualmente los de habla inglesa, lengua que sin duda conocen, hablan y
escriben todos los miembros del Instituto. La colaboración de los filipinos
hispanoparlantes sería provechosa al trabajo de dicho Instituto y el
desarrollo de nuestro idioma nacional.
LA DESTRUCCION
DEL COSMOS FILIPINO (3a parte)
Guillermo Gómez
Rivera
¿Cuál es la función de un alfabeto con relación al lenguaje que pertenece? Si
se le corta, o se le envenena, a la raiz de un árbol, ese mismo árbol se secará
y, a la larga, se morirá.
Lo mismo ha de ocurrir cuando un lenguaje se vé privado de las funciones de
su propio alfabeto y obligado a usar otro alfabeto que va en contra de su
originaria fonética o morfología. Ese lenguaje empezará, primero, a volverse en
un vil patuá, o lengua-intermediario y de contacto, para, segundo, volverse, a
la postre, en inservible, ----por atrofiado----, como un instrumento apto de
comunicación formal y para el desarrollo de una comunidad medianamente puesta al
día.
Y es ésto lo que, exactamente, le viene ocurriendo al idioma tagalo de forma
sutil. Al idioma tagalo, sin saberlo la generalidad de los mismos tagalos, se le
está asesinando poco a poco. Y ese asesinato se va perpetrando mediante la lenta
subversión de su sistema fonético, o morfológico, por vía de una letal
inyección, forzosamente impuesto en su propio sistema, de lo que es un
antifonético é ilógico, luego inferior, alfabeto inglés.
Otra manera, o forma, de dejar morir al idioma tagalog consiste en su
exclusión como medio de instrucción en todas las asignaturas del nivel
universitario, su exclusión como lengua oficial de los tribunales de justicia,
su exclusión en las deliberaciones de la legislatura nacional y su exclusión
como primera lengua del gobierno en su comunicación oficial.
Todas estas exclusiones son verdaderas infracciones de lo provisto
constitucionalmente a favor del idioma Filipino como la lengua nacional y
oficial de Filipinas.
Lo peor es que los primeros subvertores del tagalo como la base que debiera
ser del idioma national conocido como Filipino, es la misma "Commission on
Filipino" creada por ley. Se ha venido socavando las bases del idioma tagalo al
imponerle el uso oficial del alfabeto inglés, o el del patuá taglish, tal como
se demuestra en el "Diksyunaryo English-Filipino" (página vii) preparado por el
Comisionado Ponciano B.P.Pineda y publicado por la misma comisión gubernamental.
La importancia del alfabeto Balagtás-tagalo de 32 letras queda
deliberadamente suprimida mediante el sencillo expediente de ignorar su
existencia. Los que adrede cometen este crimen de omisión traicionera, están
pagados por un gobierno que cobra impuestos de personas y entidades que hablan
el tagalo.
Através de los comisionados y departamentos educativos del gobierno aludido,
estos elementos pagados por el dinero de los contribuyentes filipinos, también
están intencionadamente destruyendo al tagalo como lengua mediante la supresión
de las mismas raíces de este idioma en su mencionado alfabeto de treinta y dos
letras mientras alientan a, y directamente cooperan con, los neocolonialistas
WASP y sus lacayos filipinos en este crímen genocida de forzar en el tagalo el
alfabeto inferior e incongruente del inglés.
Al meter en el tagalo dicho alfabeto inglés, los estragos del antifonetismo
de este idioma igualmente han de afectar a los otros idiomas filipinos como el
cebuano y el ilocano.
Este terrible crimen en contra del idioma y patrimonio nacionales sigue
adelante por impune porque viven políticos en el gobierno actual de las Islas
que se han rendido, de cuerpo y alma, a la influencia, como a las órdenes,
neocoloniales de su amo de habla inglesa que les fuerza a firmar empréstitos en
sus bancos y, tras concederles dichos préstamos, dictan inescrupulosamente sobre
ellos hasta en el alfabeto que ha de tener el idioma tagalo o Filipino.
La supresión injusta del alfabeto Balagtás-tagalo de 32 letras es igualmente
una de las causas principales de la semi-educación de la juventud filipina
durante estos tiempos competetivos.
El efecto de esta imposición compulsoria del idioma inglés como medio de
instrucción, además de la atrocidad de forzar sobre el tagalo su alfabeto, ya se
puede percebir en los resultados de los exámenes de evaluación en los niveles
elementarios y secundarios de la educación en Filipinas.
Estos exámenes de evaluación y asesoramiento, o estandardización, denominados
National Elementary Assessment Test for Grade Six Pupils o National Elementary
Achievement Tests, lo administran los funcionarios del Centro Nacional de
Exámenes Educacionales é Investigativos (National Educational Testing and
Research Center).
El grado generalmente bajo y pobre que obtienen los párvulos y estudiantes
filipinos, tan solamente apunta a nada más que el daño que se les hace por la
imposición del inglés como el medio obligatorio de instrucción juntamente con el
patuá taglish.
Esta realidad nos lo indica muy claramente la Profesora Elisa Paqueo-Arreza,
del Colegio de Educación de la Universidad Estatal de Filipinas (U.P.) en un
estudio titulado School Reforms: Mission Impossible?, publicado por el
diario Inquirer del 21 de marzo de 1999. Escribe la mencionada lo que
sigue:
"Dos hechos fundamentales han emergido provenientes de unos estudios
realizados a base de los resultados de exámenes de evaluación administrados
sobre estudiantes de la elementaria y de la secundaria en Filipinas."
"Primero, el nivel de conocimientos adquiridos de las materias de cada grado,
en todas las areas que comprenden el programa general de estudios, es bajo
puesto que el promedio de dichos grados oscila entre el 30 y 50 porciento frente
al 75 porciento, como el grado mínimo para aprobar tal como queda establecido
por el DECS.
"El cuadro completo puede obtenerse de los varios resultados de la National
Elementary Achievement Test (NEAT, o El Exámen Nacional de Adquisición de
Conocimientos Elementales).
"Los grados más bajos se han obtenido en exámenes sobre: lengua/lectura,
ciencia/salubridad y matemáticas."
Es de esperar que si acaso los alumnos obtienen grados bajos en exámenes
sobre el idioma, el inglés, y en la lectura de ese mismo idioma, han de
naturalmente obtener grados más bajos en ciencia, salubridad y matemáticas por
el mero hecho de que estas materias están explicadas en el idioma inglés que no
comprenden del todo. ¿Cómo han de obtener grados más altos en ciencia y
matemáticas (aritmética) si, para empezar, no entienden el idioma inglés en que
se les explica estas dos, o tres, asignaturas?
Continúa la Profesora Paqueo-Arreza de U.P.:
"En los exámenes administrados en inglés, ----por ejemplo---, sobre
estudiantes de diez años de edad según el asesoramiento hecho en 1983, se
demuestra que en Filipinas el promedio de los grados obtenidos es solamente el
9.5 porciento del grado aprobatorio de 24 por ciento mientras que los
estudiantes de Hong Kong y Singapur obtuvieron un promedio de 11.2 porciento."
"El fracaso de tener a los niños dentro de las escuelas y la calidad
deteriorada de la educación, son problemas que han estado vigentes desde hace
mucho tiempo."
Queda demostrado que lo que es claramente evidente se decanta del uso
obligatorio del idioma inglés como medio de instrucción.
La educación elemental y secundaria en Filipinas se encuentran en un estado
de deterioro supino a causa de la imposición forzosa del idioma inglés como su
medio. La razón tras el por qué la educación es, de por sí, casi inexistente en
dichos niveles no se debe a la calidad de la educación misma, sino a su medio
impuesto por una vil dictadura que viene del actual neocolonialismo usense y
WASP.
Si se descartase de inmediato el innecesario idioma inglés como medio de esta
educación elementaria y secundaria, ---que se quiere supuestamente dar a los
niños filipinos---, la posibilidad de que los mismos obtengan una buena
educación básica que les sirva en la vida cobra un procentaje mucho más alto
puesto que, para empezar, se eliminaría la barrera lengual que lo obstaculiza o
que lo hace todo difícil.
Es, por lo tanto, el mismo idioma inglés el que, en resumidas cuentas,
resulta ser el principal factor que amenaza a la misma esencia de lo que es
educación en Filipinas.
Continúa la fuente citada:
"Una encuesta específicamente señaló el problema de usar el idioma inglés
como medio de instrución, el cuerpo incompetente de maestros, facilidades
insuficientes, el mismo idioma inglés y la ciencia."
"A pesar de las reformas educativas de los años 70 y 80, la misión de la
educación filipina queda incumplida."
Y las razones que la misma fuente nos brinda para sostener su conclusión de
que la "misión de la educación filipina queda incumplida" se resumen como sigue:
"En todos los niveles de educación, ----i.e. elementaria, secundaria y
terciaria o universitaria----, el medio de instrución en la mayoría de las
asignaturas sigue siendo el inglés, ---un idioma extranjero en la mayoría de los
hogares filipinos. Este hecho ha resultado en la falta de proficiencia lengual
en ambos el inglés y el idioma filipino entre los estudiantes. El mismo hecho
(del uso del inglés) también viene resultando en la incapacidad de aprender
(lack of learning efficiency)."
"La primacía de la educación básica como un derecho de cada ser humano y como
algo esencial para el desarrollo de una persona, no se puede discutir. Por eso,
la sólida y universal educación elemental como una estrategia para combatir la
pobreza es la mejor y la más lógica como estrategia. ¿Cuál ha de ser, por lo
tanto, la medida educacional para sobrevenir las condiciones adversas que rodean
a la educación filipina a fin de prevenir su continuado deterioro?"
"Si acaso deseamos desarrollar una economía nacional que sea globalmente
competetiva, hemos de desarrollar antes a una fuerza obrera de competetividad
internacional. La manera de hacer esto es a través de una pertinente educación
que es de calidad." (Op. Cit.)
Y nos vemos compelidos a volver a la misma interrogativa: ¿Cómo puede
funcionar una educación pertinente y de calidad (a quality and relevant
education) si su contenido de conocimientos no puede trasferirse a los
alumnos y estudiantes de la elementaria y de la secundaria porque el medio, o
idioma, de instrucción, que supuestamente sirve de puente para realizar la
trasferencia de coocimientos, no se entiende cabalmente?
La solución de este problema básico de la educación filipina es la
sustitución del inglés por el tagalo para que la trasferencia de conocimientos
se logre. Y el idioma tagalo, para que sea un medio de instrucción apto y
adecuado necesita que, antes, se le devuelva su alfabeto de (32) treinta y dos
letras para reparar en él los terribles daños causados por el neocolonialismo
caprichoso de los sectarios WASP usenses que se entrometen hasta en su
estructura a tal punto como hasta de meter, en el tagalo su inferior, por
antifonético, alfabeto inglés.
La insistente imposición, por otro lado, del idioma inglés como el medio
preferido de instrucción en las escuelas filipinas ha llegado al extremo de
convertirse en una patentemente trágica desventaja. En vez de ser un bien, es
ahora el obstáculo principal a la misma vida y al mismo progreso de la
generalidad del pueblo filipino en su educación y en su propio gobierno.
Además del daño que el inglés causa en la educación básica del niño filipino
de hoy, su imposición como el medio de los exámenes de oposición para la
licenciar a los abogados filipinos es la causa del alto fracaso entre los
aspirantes. En el exámen que se administró en inglés 4,000 aspirantes a la
licenciatura de abogados, menos de 400, o sea el diez (10%) fracasaron por
suspensos. Y, se apunta a la falta de un dominio cabal del idioma inglés como la
razón de la desaprobación del noventa por cien (90%) de los aspirantes a
abogados que se presentaron dentro del año 2000.
En resumidas cuentas, si hemos de añadir a la incumplida misión de la
educación filipina en el alto número de niños filipinos que nunca pueden ir a la
escuela, o dejan de estudiar después de un año o dos de la elementaria, o de la
secundaria, podemos verdaderamente concluir que el analfabetismo en Filipinas,
tanto actual como funcional, ha debido crecer a un porcentaje bien alarmante que
va diametralmente en oposición a lo que debiera ser el progreso económico de
este país. También hemos de concluir que un factor principal del analfabetismo,
tanto actual como funcional, se debe a la imposición del idioma inglés como
medio de instrucción sobre un pueblo que no lo habla como idioma cotidiano suyo
y a la proscripción del idioma tagalo como tal.
(Continuará)
LA INFLUENCIA FILIPINA EN LA ARQUITECTURA DEL OCCIDENE MEXICANO (1a Parte)
Adolfo Gómez Amador
(El profesor Gómez nació en Tijuana, Baja Calfornia, Mexico. Estudió la
licenciatura en la Universidad de Guadalajara, de Maestría en Diseño
Bioclimatico por la Universidad de Colima y de Doctorado por la Universidad
Nacional Autónoma de Mexico. Actualmente es profesor investigador de la
Universidad de Colima. Si alguien está interesado en enviar correspondencia
pueden dirigirla a:Facultad de Arquitectura y Diseño, Campus Universitario,
Coquimatlan, Colima.Cp 28400, México. EMAIL: [email protected])
La palma de cocos está directamente asociada a la imagen del estado y de su
capital: pero este símbolo es importado; independientemente de su origen, la
palma de coco encontró en Colima un nicho perfecto logrando una rápida
reproducción y extensión a nuestros litorales. Entre su lugar de origen y su
receptáculo actual, con sus consecuencias tecnológicas y culturales, existen una
serie de afinidades que hacen parecer que, efectivamente, el coco siempre ha
sido parte del paisaje colimense. Dentro de las afinidades a que nos hemos
referido está el hecho de que Colima posee las características geográficas
óptimas, idénticas a las de su cuna, para el desarrollo de esta especie.
Las poblaciones australoasiática y colimense, a pesar de su gran separación
geográfica, tienen amplias afinidades culturales, por lo menos en lo que se
refiere a los modos de construir en ambas regiones antes de la llegada de los
europeos
El arraigo del coco en Colima no estuvo excento de vicisitudes, la palma
siendo extranjera, se mantuvo en Colima, aún en contra de la voluntad de quien
en su época era el hombre más poderoso de la tierra: El rey de España.
En la actualidad nadie puede identificar a aquellos filipinos que aportaron
conocimiento de la especie, perdieron el perfil de su identidad. Los
historiadores no han podido documentar plenamente su presencia en Colima,
cuántos fueron, en qué condiciones salieron de Filipinas, de qué modo llegaron a
Colima, y finalmente, cómo se desarrollaron y reprodujeron en nuestra tierra; en
dónde están y quiénes son sus descendientes.
¿Qué se hicieron los filipinos de Colima?, El rastro de este grupo étnico se
perdió inexplicablemente, a pesar de su importancia económica y cultural y que
en número mayor al de un millar se habría asentado en Colima durante todo el
siglo XVII y parte del XVIII.
La presencia del grupo étnico conocido como los indios chinos, fue
numéricamente no muy significativa pero su contribución al perfil de nuestra
identidad actual es muy importante, su aporte a nuestra cultura fue más en el
orden de la calidad que de la cantidad. Es necesario que la historia les haga
justicia.
La Palapa, o cubierta de palma, tuvo su origen en alguna lejana isla del
Pacífico asiático. Arribó a México por Colima. Su desarrollo en el país se debe
a un grupo relativamente importante de filipinos que llegaron con diferentes
calidades, especialmente a la región sur de Colima, a desarrollar un producto
que sería de gran consumo en el México virreinal: el "vino de cocos", este licor
producido con la savia del cocotero compitió ventajosamente con los licores de
Castilla, razón por la que en la segunda mitad del siglo XVIII fuera severamente
prohibida su producción y comercialización.
Colima, en los siglos XVII y XVIII se convirtió en un verdadero crisol de
razas, etnias representativas de todas las placas continentales estaban
presentes en esta tierra. A la población de americanos originales, que había
poblado durante siglos, se unieron, aunque en menor cantidad, los europeos. Esto
ocurrió siendo aun joven el siglo XVII, hacia la mitad de ese siglo se inició la
importación de africanos, si bien estos grupos llegaron a este lugar en contra
de su voluntad, con carácter de esclavos, cuando recuperaron la libertad ya eran
parte de esta tierra. El último contingente en arribar a Colima fue el de los
asiáticos. Este grupo a pesar de ser el último y menos numeroso, tuvo una
significativa presencia en el estado.
La mayoría de estos inmigrantes eran filipinos, formalmente asiáticos, pero
de una cultura geográficamente diversa, fueron conocidos como chinos o indios
chinos.
La gran cantidad de haciendas dedicadas a la producción de vino de cocos y
sus palmas, hizo insuficiente la mano de obra de los chinos, ellos enseñarían a
indios y negros a preparar la palma para obtener la tuba, pero se reservarían
para sí el conocimiento de la elaboración del licor.
La tecnología poseída en exclusividad les confería un carácter de
intermediarios laborales entre los patrones europeos y los servidores africanos
y americanos. Aunque eran parte de la servidumbre, su posición equivaldría a una
especie de aristocracia obrera. En el Archivo Histórico del Municipio de Colima
se localizó un documento que comprueba que los chinos eran socios de los
españoles en la producción del vino de cocos, esta situación los ponía en mejor
posición económica y social, pero sin que por ello llegaran a identificarse con
el grupo dominante de los españoles.
Sus apariciones en los documentos se van haciendo más esporádicas hasta
desaparecer hacia finales del siglo XVIII, podríamos decir que para estas fecha
estaban totalmente mimetizados, ya habían dominado el entorno. Además para esos
momentos con la ley seca para bebidas no españolas, dejaron de tener una
actividad específica que permitiera diferenciarlos e identificarlos. Se
volvieron indios a secas.
Efectivamente en el siglo XVII aparecen algunos documentos en donde grupos de
15 a 20 filipinos escogen a su propia autoridad. A finales de ese siglo un censo
de confesión reporta en 1681 a siete chinos, y en 1681 a 13, ninguno de ellos
aparece en ambos censos, el mismo documento menciona que la población de
Tecolapa está formada por 200 indios y 50 chinos. En el censo de Diego Lasaga de
1798 no se menciona un solo chino, ni en el lugar que el propio Lasaga reporta
como Rincón de Chinos, cabe señalar que Lasaga no consigna a ningún indio.
Los filipinos, personificaban el beneficio de la palma, y si la planta se
había adaptado fácilmente a las condiciones ambientales locales ellos, que las
harían producir, no serían menos adaptables. En la geografía de Filipinas
existen muchas coincidencias con la región y especialmente con Manila. Para la
época, además de clima y paisaje, compartían las vicisitudes de las catástrofes,
incendios continuos, inundaciones y terremotos.
Los filipinos se identificaron con el ambiente colimense, de hecho uno de sus
aportes a la arquitectura: la palapa, representa una innovación tecnológica en
el uso de un material, dado que era desconocido para la población local en su
variedad nucífera, aunque eran conocidas y empleadas como material de
construcción otro tipo de palmas, específicamente la Acromia Mexicana, Coyul,
cocoyul, o coquito baboso. Según algunos testimonio de la época esta palma
abundaba en la región, Carl Sauer apoyado en las relaciones de Lebrón de
Quiñones, Cuyutlán recibe su nombre de esta planta. Originalmente Coyutlán o
lugar de coyules. En la extendida costa del Pacífico mexicano se produce una
palma conocida como cayaco, Attalea Cobune muy común en las playas de Colima y
Jalisco, con extraordinarias semejanzas al cocotero, Cocos Nucifera aunque de
fruto diferente.
En la misma región, y en una más amplia de la república, es conocida la Palma
Real, Sabal Mexicana, ya empleada en la construcción por las antiguas culturas
mexicanas.
Si bien el material que llegó de las "remotísimas islas del poniente" junto
con estos chinos era desconocido para los locales, no resultó extraña su manera
de edificar, mucho más próxima a los indios americanos que la técnica europea y
más adecuada a las condiciones ambientales colimenses que el modo de construir
aportado por los españoles.
(Continuará)