POESÍAS DEDICADAS A RIZAL

RIZAL (fragmento)

Esperanza Baxter

....Y Rizal, el héroe; Rizal, el filósofo;
Rizal, el linguista, pintor y poeta,
doctor, literato, humanista,
vidente, científico y moderno profeta,
tras el veredicto, fatuo y despiadado,
de mortal sentencia,
entró silencioso y austero en capilla
con estoicismo y dignidad soberbios.
Rizal, el patriota que amó a Filipinas
con amor tan sólido y voluntad tan recia,
que, cual Nazareno, sabiendo su sino
iba al holocausto lleno de grandeza.
Iba a Filipinas a entregar su vida;
no, una sola vida; ¡cien! si cien tuviera.
Su ominoso crimen: amar a la Patria.
Su execrable idea: quererla, ¡quererla!
Sus actividades: algunos escritos
con patrios alientos,
deseando ardiente, en libertad verla.

En las hoscas horas de mi luenga vida,
cuando aún le recuerdo sus horas postreras
en la angosta celda del Fuerte Santiago,
mis ojos caducos, sangran y llamean.
Sangran de coraje, porque cual judíos,
pudiendo salvarle,
levantando armas, que, Unidad es Fuerza,
callamos cobardes, temblando en el Campo,
haciéndonos cómplices de la gran tragedia.
Y es entonces cuando viene clara
su imagen señera;
la visión del Mártirñ la expresión del Héroe
en las asfixiantes horas de la espera.

Le veo pulsando sereno su Lira,
su soberbia Lira de inmortal cadencia,
dedicando su "ULTIMO ADIOS" a la Patria
adiós; todo un símbolo de ardiente elocuencia.
Adiós, hecho grito sublime en el alma;
adiós, de perdón a su afrenta;
adiós, a sus seres queridos;
adiós, a su Raza; adiós, a su Idea.
Su lucha fue vana, pero nunca estéril.
Y Rizal, más que hombre, ya todo un emblema,
marcha resignado donde no hay esclavos,
donde no hay verdugos, donde Dios impera.

Amanece el día del vil sacrificio...
y a las oquedades de su húmeda celda
penetra el cortejo que ha de dar al héroe,
del documento a firmar su sentencia.
Rizal, el valiente, el caballeroso,
recoge la pluma con gran entereza
y escribe su firma con una elegancia,
con un predominio, con una destreza,
que asómbrase el grupo al ver estampada
la firma del héroe con su mejor letra.
Y doblando el pliego de tinta aun húmeda,
con cara impasible, del reo se aleja
el grupo plomizo de protocolarios,
delatando el paso sus acciones bélicas.
Después...¡las tinieblas! En la celda umbría.
Rizal queda sólo en aquella tragedia
que se hace gigante, se hace apocalíptica,
a medida que avanzan sus horas postreras.
E inicia solemne unos pasos sincrónicos
en aquel rectángulo de indigna vivienda,
con una esperanza que se desvanece,
cuando se convence,
que la Patria eige su mortal Ofrenda.
Y así, extenuado por presentimientos,
en humilde silla se vence el Poeta,
rindiendo sus codos sobre un escritorio
a la luz vacilante de pálida vela.
Y es entonces cuando, de repente,
con toda su fuerza,
emerge estallante de luces y ardores
¡su lira soberbia!

Su Lira que enciendese en pira sagrada
en aquella estancia de plúmbeas tinieblas,
al trazar los primeros renglones bellísimos,
las sílabas cumbres, de intensa elocuencia,
de su despedida a la Patria adorada,
su inmortal Elegia Patética,
que entrará palpitante de vida
en la propia Historia cual obra Maestra.
El adiós que le exalta a la cumbre más alta,
a la cuádriga de oro, do incrústase egregia,
la divisa triunfal hecha tríptico
de: LA PATRIA, RIZAL Y BANDERA.
Ya cruza el camino que, de Santiago
hasta Bagumbayan le dista una legua.
Lo cruza sereno, arrogante, austero,
con el propio paso y el alma despierta,
y una mezcla extraña de melancolía
que su faz altera,
al dejar el suelo de su Filipinas,
no, dejarlo en alma; mas sí, en la materia,
que, vibrante nota será para el oído...
a generaciones sobrevenideras.
Por fin llega al cuadro que en el Bagumbayan,
ocho filipinos en armas esperan.
Rizal cruza firme, sin perder la calma,
gentil, sin reproches, sin la menor queja.
Mas, ruega a aquel grupo que se halla en funciones,
el ser fusilado miraando la Enseña,
porque por la espalda mueren los traidores;
y a la hispana causa jamás él lo fuera;
ni lo hubiera sido,
porque siempre un hijo a la Madre venera.

Mas...¡le es negado!
Y una vez repuesto de esta nueva afrenta,
volviendo sus ojos del martirio ungidos,
a los que presencian la trágica escena,
les dice: "Muero perdonando, sin resentimientos,
a los que sin causa asi me condenan.
Por la patria acepto gustoso tal paso,
pues sé que algún día será mi Odisea..."
..........

 

A RIZAL

Lorenzo Pérez Tuells

El ave de recuerdo bate sus alas reales,
--¡oh, apóstol!,¡oh, profeta!--sobre tu blanca tumba
Tu nombre, entre una música de liras celestiales,
en el eco profundo de la historia retumba.
A pesar de la insidia del Tiempo del Olvido,
te yergues soberano--¡oh, apóstol!, ¡oh, profeta!--
en la mano una palma, pues que mártir has sido,
y un laurel en la frente, pues que fuiste poeta.
.........
Y la Patria, esa madre de todos tus afanes,
que se envuelve en el oro lustral de sus Estíos,
te invoca con el rudo vibrar de sus volcanes,
te reza con el dulce sollozo de sus ríos...
Y es que guarda en el fondo de su pecho, latente,
la llama de tu noble, libertadora, tea.
¡Puede un trozo de plomo destrozar una frente,
pero no puede nunca destrozar una idea...!