Poemas de José Rizal y Alonso

Mi Ultimo Adiós

Adiós, Patria adorada, región del sol querida,
Perla del Mar de Oriente, nuestra perdido Edén!
A darte voy alegre la triste mustia vida,
Y fuera mas brillante, mas fresca, mas florida,
También por ti la diera, la diera por tu bien.

En campos de batalla, luchando con delirio
Otros te dan sus vida sin dudas, sin pesar;
El sitio nada importa, ciprés, laurel o lirio,
Cadalso o campo abierto, combate o cruel martirio,
Lo mismo es si lo piden La Patria y el hogar.

Yo muero cuando veo que el cielo se colora
Y al fin anuncia el día tras lóbrego capuz;
Si grana necesitas para teñir tu aurora,
Vierte la sangre mía, derrámala en buen hora
Y dórela un reflejo de su naciente luz

Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente,
Mis sueños cuando joven ya lleno de vigor,
Fueron el verte un día, joya del Mar de Oriente
Secos los negros ojos, alta la tersa frente,
Sin ceno, sin arrugas, sin mancha de rubor.

Ensueño de mi vida, mi ardiente vivo anhelo,
¡Salud te grita el alma que pronto va a partir!
¡Salud! ah, que es hermoso caer por darte vuelo,
Morir por darte vida, morir bajo tu cielo,
Y en tu encantada tierra la eternidad dormir.

Si sobre mi sepulcro vieres brotar un día
Entre la espesa hierba sencilla, humilde flor,
Acércala a tus labios y besa el alma mía,
Y sienta yo en mi frente bajo la tumba fría
De tu ternura el soplo, de tu halito el calor.

Deja la luna verme con luz tranquila y suave;
Deja que el alba envíe su resplandor fugaz,
Deja gemir al viento con su murmullo grave,
Y si desciende y posa sobre mi cruz un ave
Deja que el ave entone su cántico de paz.

Deja que el sol ardiendo las lluvias evapore
Y al cielo tornen puras con mi clamor en pos,
Deja que un ser amigo mi fin temprano llore
Y en las serenas tardes cuando por mi alguien ore
Ora también, Oh Patria, por mi descanso a Dios!

Ora por todos cuantos murieron sin ventura,
Por cuantos padecieron tormentos sin igual,
Por nuestros pobres madres que gimen su amargura;
Por huérfanos y viudas, por presos en tortura
Y ora por ti que veas tu redención final.

Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio
Y solos solo muertos quedan velando allí
No turbes su reposo, no turbes el misterio
Tal vez acordes oigas de citara o salterio,
Soy yo, querida Patria, yo que te canto a ti.

Y cuando ya mi tumba de todos olvidada
No tenga cruz ni piedra que marquen su lugar,
Deja que la are el hombre, la esparza con la azada,
Y mis cenizas antes que vuelvan a nada,
El polvo de tu alfombra que vayan a formar.

Entonces nada importa me pongas en olvido,
Tu atmósfera, tu espacio, tus valles cruzaré,
Vibrante y limpia nota seré para tu oído,
Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido
Constante repitiendo la esencia de mi fe.

Mi Patria idolatrada, dolor de mis dolores,
Querida Filipinas, oye el postrer adios.
Ahí, te dejo todo, mis padres, mis amores.
Voy donde no hay esclavos, verdugos ni opresores,
Donde la fe no mata, donde el que reina es Dios.

Adiós, padres y hermanos, trozos del alma mía;
Amigos de la infancia en el perdido hogar,
Dad gracias que descanso del fatigoso día.
¡Adiós, dulce extranjera, mi amiga, mi alegría!
Adiós, queridos seres. Morir es descansar.


 
                
A La Juventud Filipina

¡Alza su tersa frente,
Juventud Filipina, en este día!
¡Luce resplandeciente
Tu rica gallardía,
Bella esperanza de la Patria Mía!

Vuela, genio grandioso,
Y les infunde noble pensamiento,
Que lance vigoroso,
Mas rápido que el viento,
Su mente virgen al glorioso asiento.

Baja con la luz grata
De las artes y ciencias a la arena,
Juventud, y desata
La pesada cadena
Que tu genio poético encadena.

Ve que en la ardiente zona
Do moraron las sombras, el hispano
Esplendente corona,
Con pía sabia mano,
Ofrece al hijo de este suelo indiano.

Tú, que buscando subes,
En alas de tu rica fantasía,
Del Olimpo en las nubes
Tiernísima poesía
Mas sabrosa que néctar y ambrosía

Tú, de celeste acento,
Melodioso rival Filomena,
Que en variado concento
En la noche serena
Disipas del mortal la amarga pena.

Tú que la pena dura
Animas al impulso de tu mente ,
Y la memoria pura
Del genio refulgente
Eternizas con genio prepotente.

Y tú, que el vario encanto
De Febo, amado del divino Apeles,
Y de natura el manto
Con mágicos pinceles
Trasladar al sencillo lienzo sueles.

¡Corred! que sacra llama
Del genio el lauro coronar espera,
Esparciendo la Fama
Con trompa pregonera
El nombre del mortal por la ancha espera.

¡Día, día feliz,
Filipinas gentil, para tu suelo!
Al Potente bendice
Que con amante anhelo
La ventura te envía y el consuelo.


 
Canto Del Viajero

Hoja seca que cuela indecisa
Y arrebata violente turbión,
Así vive en la tierra el viajero,
Sin norte, sin alma, sin patria ni amor.

Busca ansioso doquiera la dicha
Y la dicha se aleja fugaz:
Vana sombra que burla su anhelo! ...
Por ella el viajero se lanza a la mar!

Impelido por mano invisible
Vagara confín en confín;
Los recuerdos le harán compañía
De seres queridos, de un día feliz.

Una tumba quizás en el desierto
Hallara, dulce asilo de paz,
De su patria y del mundo olvidado ...
Descanse tranquilo, tras tanto penar !

Y le envidian al triste viajero
Cuando cruza la tierra veloz ...
Ay! no saben que dentro del alma
Existe un vacío de falta el amor!

Volverá el peregrino a su patria
Y a sus lares tal vez volverá,
Y hallara por doquier nieve y ruina
Amores perdidos, sepulcros, no mas.


Ve, Viajero, prosigue tu senda,
Extranjero en tu propio país;
Deja a otros que canten amores,
Los otros que gocen; tu vuelve a partir.

Ve, viajero, no vuelvas el rostro,
Que no hay llanto que siga al adiós;
Ve, viajero, y ahoga tu penas;
Que el mundo se burla de ajeno dolor.


 
Canto De Maria Clara

Dulces las horas en la propia patria
Donde es amigo cuanto alumbra el sol,
Vida es la brisa en sus campos vuela,
Grata la muerte y mas tierno el amor !

Ardientes besos en los labios juegan,
De una madre en el seno al despertar,
Buscan los brazos a cernir al cuello,
Y los ojos sonrientes al mirar.

Dulce es la muerte por la propia patria,
Donde es amigo cuanto alumbra el sol;
¡Muerte es la brisa para quien no tiene
Una patria, una madre y un amor!


 
A Las Flores De Heidelberg

Id a mi patria, id, extranjeras flores,
sembradas del viajero en el camino,
y bajo su azul cielo,
que guarda mis amores,
contad del peregrino
la fe que alienta por su patrio suelo! 
id y decid ... decid que cuando el alba
vuestro cáliz abrió por vez primera
cabe el Neckar helado,
le visteis silencioso a vuestro lado
pensando en su constante primavera.
Decid que cuando el alba,
que roba vuestro aroma,
cantos de amor jugando os susurraba,
el también murmuraba
cantos de amor en su natal idioma;
que cuando el sol la cumbre
del Koenigsthul en la mañana dora
y con su tibia lumbre
anima el valle, el bosque y la espesura,
saluda a ese sol aun en su aurora,
¡al que en su patria en el cenit fulgura!
y contad aquel día 
cuando os cogía al borde del sendero,
entre ruinas del feudal castillo,
orilla al Neckar, o a la selva umbría.
Contad lo que os decía ,
cuando, con gran cuidado
entre las paginas de un libro usado
vuestras flexibles hojas oprimía.

¡Llevad, llevad, oh flores!
amor a mis amores
paz a mi país y a su fecunda tierra,
fe a sus hombres, virtud a sus mujeres, 
salud a dulces seres
que el paternal, sagrado hogar encierra ...

Cuando al besar la playa,
el beso os imprimo
depositadlo en ala de la brisa,
por que con ella vaya
y bese cuanto adora, amo y estimo.

Mas ay llegaréis flores,
conservaréis quizás vuestras colores,
pero lejos del patrio, heroico suelo
a quien debéis la vida:
que aroma es alma, y no abandona el cielo,
cuya luz viera en su nacer, ni olvida.


 

Me Piden Versos

Piden que pulse la lira
Ha tiempo callada y rota:
Si ya no arranco una nota
¡Ni mi musa ya me inspira!
Balbuce fría y delira
Si la tortura mi mente;
Cuando ríe solo miente;
Como miente su lamento:
Y es que en mi triste aislamiento
Mi alma ni goza ni siente.

Hubo un tiempo ... ¡y es verdad!
Pero ya aquel tiempo huyo,
En que vate me llamo
La indulgencia a la amistad.
Ahora de aquella edad
El recuerdo apenas resta
Como quedan de una fiesta
Los misteriosos sonidos
Que retienen los oídos
Del bullicio de la orquesta.

Soy planta apenas crecida
Arrancada del Oriente,
Donde es perfume el ambiente,
Donde es un sueno la vida:
Patria que jamás se olvida!
Enseñaron me a cantar
Las aves, con su trinar;
Con su rumor, las cascadas;
Y en sus playas dilatadas,
Los murmurios de la mar.

Mientras en la infancia mía
Pude a su sol sonreír,
Dentro de mi pecho hervir
Volcán de fuego sentía;
Vate fui, porque quería
Con mis versos, con mi aliento,
Decir al rápido viento:
¡Vuela; su fama pregona!
¡Cántala de zona en zona;
De la tierra al firmamento!

¡La dejé! ... mis patrios lares.
¡Árbol despojados y seco!
Ya no repiten el eco
De mis pasados cantares
Yo crucé los vastos mares
Ansiando cambiar de suerte,
Y mi locura no advierte
Que en vez del bien que buscaba,
El mar conmigo surcaba
El espectro de la muerte.

Toda mi hermosa ilusión,
Amor, entusiasmo, anhelo,
Allá quedan bajo el cielo
De tan florida región:
No pidáis al corazón
Cantos de amor, que está yerto;
Porque en medio del desierto
Donde discurro sin calma,
Siento que agoniza el alma
Y mi numen está muerto.

 

Por La Educación
( Recibe Lustre La Patria )

La sabia educación, vital aliento
Infunde una virtud encantadora;
Ella eleva la Patria al alto asiento
De la gloria inmortal, deslumbradora,
Y cual de fresca brisa al soplo lento
Reverdece el matiz de flor odcra:
Tal la educación al ser humano
Bienhechora engrandece con larga mano.

Por ella sacrifica su existencia
El mortal y el placido reposo;
Por ella nacer vence el arte y la ciencia
Que ciñen al humano lauro hermoso:
Y cual del alto monte en la eminencia
Brota el puro raudal de arroyo undoso;
Así la educación da sin mesura
A la patria do mora paz segura.


Do sabia educación trono levanta
Lozana juventud robusta crece
Que subyuga el error con firme planta
Y con nobles ideas se engrandece:
Del vicio la cerviz ella quebranta;
Negro crimen ante ella palidece:
Ella domina bárbaras naciones,
Y de salvajes hace campeones.

Y cual el manantial que alimentando
Las plantas, los arbustos de la vega,
Su placido caudal va derramando,
Y con bondadoso afán constante riega
Las riberas do vase deslizando,
Y a la bella natura nada niega:
Tal al que sabia educación procura
Del honor se levanta hasta la lectura.

De sus labios las aguas cristalinas
De celica virtud sin cesar brotan,
Y de su fe las próvidas doctrinas
Del mal las fuerzas débiles agotan,
Que se estrellan cual olas blanquecinas
Que las playas inmóviles azotan:
Y aprenden con su ejemplo loas mortales
A trepar por las sendas celestiales.

En el pecho de miserias humanas
Ella enciende del bien la viva llama;
Al fiero criminal ata las manos,
Y el consuelo en los pechos fiel derrama.
Que buscan sus beneficios arcanos;
Y en el amor de bien su pecho inflama:
Y es la educación noble y cumplida
El bálsamo seguro de la vida.

Y cual peñón que elevase altanero
En medio da las ondas borrascosas
Al bramar del huracán y noto fiero,
Desprecia su furor y olas furiosas,
Que fatigadas del horror primero
Se retiran en calma temerosas;
Tal es el que sabia educación dirige
Las riendas de la patria invicto rige.

En záfiros estállense los hechos;
Tribútele la patria mil honores;
Pues de sus hijos en las nobles pechos
Transplanto la virtud lozanas flores;
Y en el amor del bien siempre deshechos
Verán las gobernantes y señores
Al noble pueblo que con fiel ventura
Cristiana educación siempre procura.

Y cual de rubio sol de la mañana
Vierten oro los rayos esplendentes,
Y cual la bella aurora de oro y grana
Esparce sus colores refulgentes;
Tal noche instrucción, ofrece ufana
De virtud el placer a los vivientes,
Y ella a nuestra cara patria ilustre
Inmortal esplendor y ilustre.