La Destrucción del Cosmos Filipino (7ª Parte) Guillermo Gómez Rivera DOÑA ROSA CONOCÍA LA AGENDA SECRETA DE LOS SECTARIOS USENSES Doña Rosa bien conocía la agenda neocolonial que los sectarios protestantes de Estados Unidos de América empezaban a poner en ejecución sobre las nuevas generaciones de filipinos. Sabía que los Estados Unidos iban a utilizar el mismo sistema educacional pagado por los contribuyentes filipinos para borrar de la memoria de las nuevas generaciones todo recuerdo y consideración hacia los ideales de libertad e independencia de la Primera República de Filipinas establecida antes en Biac-na-bató y consolidada más tarde en Malolos bajo el caudillaje del Presidente Emilio Aguinaldo y el General Antonio Luna. Doña Rosa también sabía, por ex- redactora del periódico LA INDEPENDENCIA, fundado en 1898 en Malolos, Bulacán, por el mismo General Antonio Luna, que el asesinato de éste, por unos traidores filipinos que le rodeaban al Presidente Aguinaldo, fue planeado, pagado y llevado a cabo por los invasores usenses de aquel tiempo. Sabía, por lo tanto, que los primeros que se habrían de beneficiar de tal asesinato serían los mismos militares usenses puesto que el General Luna era el alma de la victoriosa resistencia de las fuerzas armadas de aquella República Filipina frente al ejército invasor de Estados Unidos. Al lograr el asesinato a traición del General Antonio Luna, el ejército de aquella primera República Filipina se desmoralizó y se debilitó de hecho hasta perder la guerra armada que se les impuso a traición el nuevo invasor que supuestamente vino para liberarles del “yugo” de España. Doña Rosa bien se daba cuenta que el sistema de educación pública que los neocolonizadores usenses empezaban a imponer sobre la desprevenida e incauta juventud filipina era parte de su estrategia de invasión y conquista militar. No creía para nada, en la propaganda usense, cuando ésta decía que Estados Unidos vino a las Islas Filipinas para liberarlas de España. A diferencia de sus incautos y esclavizados paisanos de hogaño, Doña Rosa bien sabía, y muy de antemano, que la imposición del inglés no tenía otro fin mas que controlar de forma acabada la mente filipina y explotar a su gusto y place todos los recursos económicos del pueblo filipino, como de hecho viene demostrándose en el tiempo presente. DOÑA ROSA Y JUNTAS LOCALES DE DEFENSA Doña Rosa Sevilla de Alvero no vivía ajena al Decreto Juntas Locales de Defensa, redactado por Apolinario Mabini y firmado el 13 de agosto de 1899, por el Presidente Emilio Aguinaldo para el conocimiento general del pueblo filipino. Las palabras de ese decreto reverberarían en la mente de Doña Rosa Sevilla de Alvero cuando, como la filipina heróica que era, condenaba como torpe y dañina la brutalidad de imponer a la fuerza el inferior, por antifonético, idioma inglés. Dice el decreto referido: “En la presente guerra contra las fuerzas americanas, no nos queda a los filipinos otro recurso sino defender a todo trance nuestra vida y nuestro hogar. "Ceder sería entregarnos locamente a la merced de sus fusiles y cañones que no repetan la honra ni la propiedad y matan bárbaramente a mujeres y a niños. "Manila es testigo de los más horrorosos atropellos: allí se han confiscado los vehículos, animales y ahorros de las familias invocando por única razón la guerra. "Ellos declararon la guerra a España so pretexto de libertar a los pueblos oprimidos por ésta, y hoy esos mismos pueblos gimen esclavizados por la fuerza bruta. "Han venido a título de campeones y libertadores, secundando nuestros esfuerzos en pro de la libertad, y después que los hubimos ayudado contra los españoles, se han aprovechado ellos sólos del fruto de la victoria. "En manifiestos y proclamas han venido publicando que no deseaban otra cosa sino nuestra libertad, como nos han asegurado en la última conferencia donde nos dijeron que no habían de provocar un rompimiento con nosotros. "Y habéis visto que cuando estábamos más descuidados, nos atacaron de improviso, bombardeando inhumanamente nuestros caserios de nipa, saqueando las casas y apoderándose de nuestro dinero y alhajas e inutilizando nuestras provisiones y cuanto fuera útil a la vida que no les sirviese a ellos; ---todo esto con el objeto de implantar aquí una dominación más irritante, más bárbara que la anterior, y hacerse dueños absolutos de este rico patirmonio de nuestra raza.” Juntas Locales de Defensa, Malolos y Manila, a 13 de agosto de 1899. Tomado de las Memorias de la Revolución de Apolinario Mabini.
SE OPONEN A LA TÉSIS DE DOÑA ROSA La extensa tésis doctoral de Doña Rosa Sevilla de Alvero fue prefaciada por pedagogos y escritores filipinos en español. Estos pedagogos y escritores, sin embargo, ya parecían haberse rendido, muy a diferencia de Doña Rosa, al invasor usense, pasando a tientas al campo del enemigo por intimidación, temor o por razones de pura supervivencia. Nos referimos a Rafael Palma y a Jorge Bocobo, que sirvieron de presidentes de la University of the Philippines, fundada en 1908 por el aludido gobierno de invasión y de ocupación militar usense. Dicho gobierno de invasación adoptó luego, y para su propia supervivencia en estas islas, una engañadora política de semi-benevolencia que puso en ejecución una sutil guerra de genocidio cultural y lengual en contra de los mismos filipinos. Esta guerra de genocidio cultural y económico se hacía mediante el sistema educacional que luego imponía obligatoriamente el lenguaje inglés a costa del mismo contribuyente filipino. EL INGLÉS ENTORPECE A LOS FILIPINOS, DICE DOÑA ROSA Tras evaluar muy cuidadosamente los supuestos fines benévolos con la implantación del sistema de educación pública y el resultado que dió, (y sigue dando destructivamente) dicho sistema, y tal como lo aquilató luego, en 1925, la encuesta Monroe, o la Monroe Educational Survey of the Educational System of the Philippines Islands, arrancó de Doña Rosa las siguientes concluciones: “Y en efecto, el lenguaje inglés usado como medio de instrucción en Filipinas, entorpece en gran manera el desenvolvimiento intelectual, moral, político, económico y hasta social de los estudiantes filipinos y es una rémora que obstruye la formación de su carácter y de su personalidad. (Página 39, Capítulo II, Critíca Sobre el Sistema Educaional en Filipinas, Manila, Imprenta de Santo Tomás, 1936). Por otro lado, no se debe olvidar que el sistema de escuelas públicas supuestamente organizado en el país por los misioneros Protestantes de Estados Unidos o los que son los sectarios WASP, fue, de hecho, un varniz costoso sobrepuesto por encima del anterior sistema de educación pública establecido por el gobierno español de Filipinas por el Decreto Educacional de 1862 expedido por la Reina Isabel II de España. Pero, cuando los usenses y sus lacayos, los despistados ‘pinoyes’, escriben y enseñan la historia de la educación en Filipinas, siempre dan a entender que el anterior sistema español de nada valía, cuando éste es el mismo sistema que produjo a los patriotas intelectuales filipinos de los 1900. Los actuales educadores de filipinas, no admiten que el uso del inglés como medio de instrucción obligatorio es el primer error que frustra todos los objetivos de lo que debiera una educación cabal y no-costosa para la inmensa mayoría de los niños filipinos del tiempo actual. En aulas de 50, 70, 100 y hasta 150, tal como se ha publicado en la prensa tan solamente unas dos semanas antes a esta parte, el uso del inglés es un ejercicio en la futilidad cuando no en la imposibilidad. Si se enseñase todo lo que se debe enseñar en tagalo, o en cebuano, o en ilocano, en vez de en inglés obligatorio, el niño filipino se enteraría de algo siquiero. Pero tal como está la situación de grandes clases y maestros que tampoco son modelos de idioma inglés, seguir con esta práctica costosísima para el contribuyente filipino como para los padres que pagan matrículas altas y los niños que tantas atenciones necesitan es todo un genocidio en contra de los filipinos. Un genocidio educativo y cultural, amen de social, que viene disfrazado de "educación". Mientras no se enderece esta situación quitando el inglés como medio de instrucción en todos los niveles de educación primaria y secundaria, amen de terciaria, la educación en Filipinas siempre será un mito para la inmensa mayoria de filipinos que en su 90% son pobres e ignorantes por perderles el tiempo con lecciones de inglés. Es solo la élite, o el 10% de filipinos el que cabalmente hace uso del inglés porque se les obliga a hacerlo por ley. Pero, todo esto es una rémora al progreso económico y social al que la generalidad del pueblo filipino es acreedor por derecho. TIRANIZANDO AL NIÑO FILIPINO CON EL INGLÉS En cuanto a las razones que llevaron a Doña Rosa Sevilla a la conclusión devastadora que inevitablemente tuvo que formular, las explicaciones y el análisis que ella misma nos ofrece demuestran ser luminosamente aleccionadoras. Continúa: “Porque el niño filipino tiene la desgracia de tener que hacer el ingrato trabajo de adquirir sus ideas a tientas, como un ciego, a través de los laberintos de un lenguaje para él totalmente desconocido; y precisamente en los primeros años de su educación, cuando sus facultades necesitan el sostén de un idioma conocido para despertar su atención, para avivar su curiosidad y para mantener su interés con el menor gasto y fatiga posibles para sus facultades todavía incipientes y poco aptas para tanto esfuerzo; por lo que se agostan y se malogran en flor sus mejores aptitudes en la época más feliz para la educación que es la infancia.” “El niño necesita claras percepciones é ideas precisas de las cosas por medio de un lenguaje familiar y conocido para él. De otro modo, los primeros conocimientos que han de servirle como base en la formación de su carácter, como individuo y como pueblo, no tendrán consistencia porque faltaría la cualidad más precisa, la claridad. Sus ideas serían vagas é inexactas, sus juicios imprecisos é incorrectos, sus razonamientos defectuosos y erróneos y sus voliciones carecerían de firmeza y determinación.”
|
|||
|