EL IDIOMA ESPAÑOL, AYER Y HOY

Por Gloria Macapagal-Arroyo, Presidente de la República Filipina

(Discurso en la ceremonia de ingreso como miembro numerario de la Academia Filipina, Correspondiente de la Academia Española de la Lengua, Villa San Miguel, 10 de Enero 2000)

Quisiera, antes que nada, agradecer a la Academia Filipina el alto honor con el que hoy me distingue, al nombrarme Miembro Numerario de su institución.

Los que bien me conocen, saben que siempre he preservado y mantenido, muy celosamente, mi carácter de universitaria; porque en la universidad he pasado muchos de los momentos mas agradables de mi vida. Por ello, acceder a un nuevo título académico, me llena de honor y de satisfacción.

Pero, es que, este acto, ademas tiene para mi unas connotaciones personales que lo hacen especialmente emocionante.

Como todos ustedes bien lo saben, pertenezco a una famila en la que la lengua española forma parte de vida. También me he casado con una familia que habla el español con maestría. Mi suegro, Don Ignacio Arroyo, descedendiente de antepasados que vinieron de Asturias, manejaba la lengua española con elegancia intelectual.

Mi padre, el Presidente Diosdado Macapagal por esta misma lengua, le daban, el gran respeto que siempre le distinguió como persona, como político y como el gran filipino que fue y que tanto dio para esta país, ----al que quería más que nada en el mundo.

Pero no menos experta en los secretos de la lengua española era mi madre, Doña Evangelina, que disfrutaba enormemente utilizándola. Eran sus construcciones delicadas y preciosas, por las que se translucía su fina sensibilidad.

Yo sé que, mis padres, de ambos lados, estarían muy felices hoy, aquí, entre tantos amigos, viendo a su hija verse distinguida por la Academica Filipina.

Y a ellos, quiero ofrecer este pensamiente, que no es simplemente de nostalgia, sino de genuino amor filial y de homenaje a quienes tanto debo.

Personalmente, y de la benéfica influencia de mi familia y de la famila de mi marido, siempre he sentido que la lengua española ha sido algo integrante en mi propia personalidad. Porque, también, siempre he estado convencida de que la lengua española forma parte de nuestra personalidad nacional filipina.

Nuestros héroes nacionales, empezando por el Dr. José Rizal, fueron capaces de expreasr su amor por Filipinas en español. En español se promulgó la primera Constitución. En español escribió José Palma nuestro precioso Himno Nacional. En español se construyó una enorme parte de la personalidad nacional de Filipinas, y esto es algo por el que los filipinos de hoy, debemos sentirnos orgullosos.

Personalmente, yo misma soy capaz de expresarme en varias de nuestras lenguas nacionales; tagalog, capampangan, ilocano, cebuano, ilonggo. Y, junto a ellas, con las que siento comunión nacional indeclinable, lo puedo hacer en español. Y con ello, no se desminuye mi fuerza nacionalista como filipina, sino que la incremento, la hago más completa, más redonda, más cabal.

Porque, en el fondo, me da mucha pena que un gran número de filipinos, incluso los  reputados intelectuales, no sean capaces de leer a José Rizal en la lengua original en que escribió sus obras maestras.

Claro que también comprendo, que en algún momento, en este país, ha sido necesario crear una conciencia nacional de defensa de los valores locales, potenciando las lenguas de todas nuestra regiones. Pero, una gran falta fue la de no considerar que la lengua española era también un valor local.

Porque, no nos engañemos. El español no es, hoy dia, y en pleno siglo veinteiuno, simplemente la lengua de nuestros colonizadores, sino que es un instrumento lingúistico moderno, vehicular, y que une a más de cuatro cientos millones de personas en el mundo y que pueden resultar su rediscubrimiento de sumo interés para el desarollo del pueblo filipino.

Si miramos al futuro de este país, nos encontraremos con que en su decurso histórico, hemos utilizado, como lenguas nacionales, dos de los idiomas más importantes del planeta--el español y el inglés.

Y esto es un patrimonio, un tesoro, a nuestra disposición.

Hace unos meses, la Universidad de Filipinas concedió un doctorado, honoris causa, al escritor español, Premio Nóbel de Literatura y Académico de la Real Academia Española, Camilo José Cela. En su discurso ante un foro tan sensible como lo es el de la UP, todos creían que el Dr. Cela solamente iba a hacer una encendida defensa de la lengua española. Y, para sorpresa de la generalidad la hizo, pero no sólo del español, sino del español y del inglés.

Conjuntamente, como grandes lenguas que un país como Filipinas debiera ser capaz de utilizar con maestría. Su tesís fue muy simple-- hoy día, hay que ser multilingue. No hay que conformarse con hablar tan solamente la propia lengua.

En un mundo competitivo como el nuestro, hay que acostumbrarse a otras expresiones , y sobre todo a aquellas que permitan comunicarse más y mejor. Hoy por hoy, miles de filipinos ayudan, con su sudor, desde tierras lejanas y a veces en dificiles condiciones personales y familiares, a la reconstrucción, a la modernización, al desarollo de su patria. Tengo para todos ellos el respeto más profundo .

Un valor del filipino en el mundo internacional es el dominio de una lengua internacional, como el inglés. No sería ninguna tontería aumentar el dominio del español, que nos abriría más aun todavía, muchísimas más puertas en el mundo. Sobre todo, teniendo en cuenta que para nosotros, el español no es una lengua difícil, porque en nuestras propias lenguas tenemos un amplísimo patrimonio hispano-lingüístico que facilita enormente su aprendizaje.

Una de las labores más sustantivas de esta, nuestra Academia Filipina, está en ayudar a que se crean unas condiciones objetivas de reconocimiento de entre el pueblo filipino, ----de entre la juventud filipina especialmente y en la que tengo depositada todas mis esperazas ---- ,de esos valores que la lengua española contiene para todos nosotros.

Mis esfuerzos, como Académica Numeraria, irán enderezados en este sentido, por amor a una lengua que partenece al patrimonio nacional filipino, y por amor, en definitiva, a Filipinas.

He dicho.