Una Revista Trimestral de Lengua y Literatura Hispanofilipina Tomo II No. 3 Invierno 1998/99 ISSN 1496-4538 En este número, publicamos los siguientes artículos: La situación lingüística de Filipinas por Edmundo Farolán Un Poco de Realidad: ¿Desaparecerá el idioma español en Filipinas?por Antonio Fernández Comienzos de El Debate Electrónico por Albert Casado CARTAS de nuestros lectores sobre Rizal y México, La búsqueda de la identidad filipina, Hispanohablantes filipinos, etcetera. LA SITUACIÓN LINGUÍSTICA DE FILIPINAS por Edmundo Farolán
Los académicos tratamos de rectificar la situación lingüística en Filipinas, y una estrategia es atacar el problema desde el punto de vista filipino, es decir, empezamos con lo actual, lo hablado, y con eso, tratar de llevarlo al nivel del español universal. Un ejemplo concreto es lo siguiente. Enseñamos, por ejemplo, el dialecto Chabacano en las escuelas en vez del español. Este dialecto es el dialecto filipino más cercano al español. Si empezamos con esta base y pulirlo, ya estamos en rumbo hacia el castellano. El académico filipino Guillermo Gómez Rivera y yo tuvimos muchas polémicas sobre la manera en que se puede ensalzar la lengua castellana por medio de los dialectos, y hemos llegado a la conclusión que el mejor modo de hacerlo es empezar con el dialecto hablado y "españolizarlo". He aquí un ejemplo: en Chabacano, se dice "¿Dónde esta el palayok? En el dingding. Vene vos." Hay nueve palabras en estas tres frases, pero sólo dos de ellas no son lingüísticamente derivadas del español. O sea, "dingding" y "palayok" son las únicas palabras que tienen su origen malasio-indonesio, pero las otras palabras son definitivamente españolas. Lo que ha pasado en los últimos años es la estrategia problemática que el gobierno filipino tomaba en la enseñanza del español. Se enseñaba "desde arriba", como los curas odiados que predicaban desde el pupitre, lo cual fue un error tremendo porque los filipinos, por su historia larga de cuatro siglos, se cansaron ya de ser dominados por los españoles, tal que rebelaron y ganaron en la guerra de 1896, como lo que ocurría en sus otras colonias, y desde entonces, nosotros sentimos que no era correcto que la lengua filipina sea el castellano, una lengua forzada por los colonizadores. En los últimos tres décadas, el Ministerio de Educación siguió forzando el castellano como curso obligatorio en las escuelas y las universidades. Cuando ya era demasiado tarde, en 1987, decidieron erradicarlo completamente del sistema educativo. El español en las escuelas ya no es obligatoria, pero sí, es una opción para los que les guste estudiarlo. Ahora, si la estrategia fue lo que Gómez Rivera y yo pensábamos, es decir enseñar el español "desde abajo", desde el nivel de las masas, y no "desde arriba" desde las torres de marfil, quizás el español sería hoy día una lengua hablada, una de las lenguas propiamente habladas en Filipinas además del inglés, tagalo y los dialectos nativos. Pero todavía hay esperanza. El ósmosis de cuatro siglos ha dejado huellas y rasgos culturales y lingüísticos en el ser filipino. El filipino es español en su modo de pensar, su cristianismo, su cultura. Identificamos con el mundo hispánico, con los latinos más que con los ingleses y otros europeos, africanos, y los demás asiáticos. Y la esperanza que hoy existe es precisamente volver a los rasgos del ser filipino, identificar las lenguas filipinas como el tagalo, cebuano, ilonggo, chabacano, etc. con el español, en vez de aislarlo, la errónea estrategia que se utilizaba en el pasado educativo. Con la identificación lingüística y cultural en este primer nivel, ya se puede subir al próximo nivel, el castellano puro. Quizás, de este modo, resurgiría otra vez el español tal como era en ese siglo magnífico de oro entre 1850 y 1950.
Un Poco de Realidad: ¿Desaparecerá el idioma español en Filipinas? Por Antonio Fernández En una reunión del Departmento de Asuntos Exteriores de Filipinas en 1986, se convino enviar funcionarios públicos a Bogotá, Columbia, para gestionar un proyecto de trabajo. Desgraciadamente, ninguno de los especialistas filipinos para quienes el conocimiento de un idioma extranjero es imprescindble, hablaban el español. Naturalmente, no fue posible enviar a los funcionarios por temor a que no le atribuyeran el visto bueno del gobierno colombiano. La explicacion de esta paradoja es bien clara: que no obstante la larga historia del español en Filipinas, el castellano ha dejado de ser la lengua popular de los filipinos. Hoy dicho idioma agoniza, pero no morirá. ¿Puede uno imaginarse que el español desaparecerá en Filipinas? La respuesta nos lo dió Don Emeterio Barcelón, de la Academia Filipina, y eminente hombre de letras, al pronunciar estas palabras durante un acto público celebrado en 1970: "Filipinos, compatriotas míos: El idioma español, que une a los filipinos con los de habla hispana en irrompible lazo, ha dejado una huella tan indeleble, tan imborrable en nuestras lenguas vernáculas regionales que no hay ningún filipino que pueda expresar sus ideas y sentimientos sin valerse de palabras de origen español." Se comprende, pues, que el español es parte integrante de nuestras lenguas nativas, gracias a esa empresa cultural de España que el señor Barcelón menciona. El castellano duró por muchos años en Filipinas y durará en el futuro porque, a pesar del idioma inglés que está haciendo sus estragos, aún hay Hispanismo Filipino. Pero, es de lamentar, que si no lo remediamos, la lengua española hablada por filipinos corre el riesgo de desaparecer poco a poco, porque el actual gobierno filipino poco o nada ha hecho para avanzar la propagación y conservación del idioma español; y por culpa tal vez, de los hispanistas filipinos, llamemoslo así, que deberían velar por la integridad y difusión del castellano. Pues, éstos poco o nada han hecho para preservar el castellano, mirando pasar la lenta agonía del castellano, y la desaparicíon de ese ideal y estilo de vida cultural que llamamos Hispanidad. Para conocer a fondo qué pasó con el idioma español en Filipinas deberíamos consultar el texto de la historia patria. Al triunfar la Revolucion Filipina contra España en 1896, la lengua española, no era la lengua hablada por las masas filipinas. Los hiispanoamericanos han hablado, desde la conquista española de América Latina, un mismo idioma; pero filipinos, no. Sin embargo, el castellano tuvo un largo período de vida en Filipinas, pues se arraigó tanto y dió florecimiento a una literatura en español genuinamente y exclusisamente filipina. En otras palabras, el español lo hablaron una parte de nuestra población, pero como ya dijimos, no fue la lengua popular de las masas filipinas. Al proclamarse la independencia filipina y a medida que la nación avanzaba en su vida politíca, el idioma español fué declarado idioma oficial en los tribunales de justicia juntamente con el inglés. Al ser inaugurada la independencia filipina en 1946, el Congreso Filipino declaró el idioma español como lengua oficial, en plan de igualdad con el inglés y el tagalo, la lengua nacional común. Pero, empezó también la inexorable sustitución del castellano por el inglés como lengua de comunicación. Ante este hecho, y ante la fuerza expansiva del inglés, comenzó a surgir una nueva generacíon filipina de habla inglesa. En efecto, el esfuerzo de Filipinas en defensa del español no duró. Pues, en la llamada Revolución "EDSA" de 1986 la presidenta Corazón Aquino derrocó al regimen de Marcos, y, apenas en el poder, Aquino decidió enmendar la Constitución aboliendo la oficialidad del idioma español. Asi que, triste es decirlo, desde entonces, el desarrollo del castellano se abandonó no sólo por el gobierno filipino sino por la indiferencia o casi deserción por muchos años por parte de los hispanistas filipinos que, como gente práctica y por exigencias utilitarias, dejaron de usar el español. La abolición del castellano como idioma oficial inspirado por el gobierno de Aquino dejó un ambiente de apatía hacia el castellano. La abolición alcanzó tales proporciones que ahora el gobierno filipino se está dando cuenta de la gran importancia del español en el presente y respecto la mundalización en las relaciones internacionales del pueblo filipino. Es de destacar también que este hostigamiento contra el idioma español ha encontrado una mala acogida y ha sido criticada por los países de habla hispana. A mi parecer, algún día, los filipinos se darán cuenta de la importancia del castellano no sólo por la historia de Filipinas y su herencia hispánica, sino como lo dijo el gran hispanista, Don Claro M. Recto, "por imperativos del patriotismo, porque el español es ya cosa nuestra, propia, sangre de nuestra sangre, porque asi lo quisieron nuestros heroes y estadistas del pasado, y sin él será trunco el inventario de nuestro patrimonio cultural..." (Se continuará) Comienzos de El Debate Electrónico por Albert Casado El origen de esta publicación es puramente accidental. Todo surge como consecuencia de un curso de lengua inglesa en el que me había matriculado. El profesor del curso, sugirió que se crearan grupos de trabajo, por el que accediendo a través de Internet, leyéramos todos los días un periódico en lengua inglesa, para ampliar nuestro vocabulario. En nuestro grupo, optamos por hacer el trabajo utilizando periódicos filipinos, ya que pensábamos que al tener raíz hispánica, sería más fácil su lectura. El trabajo consistía en traducir directamente del inglés las informaciones que se publicaban en la prensa de su país. Como comprenderá, tras seis meses de lectura constante, no sólo mejoramos nuestro vocabulario de inglés, sino que logramos conocer bastante bien la realidad filipina. Este verano, decidimos que nuestro trabajo podría aprovecharse, publicando lo que traducíamos, como un periódico electrónico más. Desgraciadamente, lo que fue un simple ejercicio didáctico, se ha convertido al final, en un verdadero problema para nosotros. Quizá con un ejemplo, podrá ilustrarse mejor de nuestra situación. Suponga que un grupo de estudiantes de español en Damasco (Siria), deciden publicar en lengua árabe, un periódico electrónico con noticias exclusivamente de España, traduciendo periódicos españoles al árabe. Como usted sabe, el árabe fue lengua común de España, durante ocho siglos. Aquí brillaron los escritores, poetas y filósofos más importantes de la Edad Media en lengua árabe. Sus obras se siguen estudiando con devoción en todas las escuelas y universidades de los países árabes. Para muchos árabes, España es un país heredero de su cultura. Para que usted se haga una idea, a pocos cientos de metros de donde yo nací, vivió uno de los poetas más importantes en lengua árabe Al Hazm, que escribió un libro de poemas titulado en traducción española, El collar de la paloma. Sin embargo, todos estos escritores, poetas y filósofos, que vivieron al lado de mi casa, no pertenecen a mi cultura. Para mí, son totalmente ajenos, porque no soy capaz de entenderlos. Algo parecido les sucede a los filipinos con el español. Siguiendo con el ejemplo, resulta que los estudiantes árabes comienzan a recibir email de todo el mundo árabe, felicitándose de que el idioma árabe se sigue conservando en España, --falso-- haciéndoles multitud de preguntas sobre la cultura árabe en España, que no son capaces de contestar, porque en realidad, el árabe se dejó de hablar aquí hace cuatrocientos años y además son de Damasco y no españoles. Todo falso. Pues bien, algo parecido a lo que les sucede a los estudiantes árabes del ejemplo, nos ha sucedido a nosotros con la lengua española, en Filipinas. No ha sido nuestro propósito crear esta situación. Hemos recibido infinidad de email del mundo de habla hispana, con todo tipo de preguntas, sugerencias y felicitaciones que no nos merecemos. Recuerdo, un email recibido de un joven filipino de Nueva York, en el que nos decía que gracias a la publicación de El Debate, había conseguido ser aceptado por sus amigos puertorriqueños, al convencerles que él también era hispano. Se han recibido escritos de España, México y otros países pidiéndonos información sobre libros publicados en español de escritores filipinos. Una carta de un español, hijo de filipina, nacido en Manila, que fue repatriado a España, tras la segunda guerra mundial, que escribía emocionado que al fin podía leer noticias de su país en su propia lengua. Cartas de EE.UU., México, Argentina, Uruguay, España, etc. Se ha creado una situación de falsedad, que no queremos continuar. No queremos reivindicar nada. No queremos defender nada. No deseamos reimplantar nada. El español está muerto en Filipinas y dejémoslo enterrado. Los idiomas son meros instrumentos de comunicación hablada. Simples herramientas que los humanos utilizamos para comunicarnos con otros. Si la herramienta no nos sirve, usemos otra que tenga esa función. Si los filipinos decidieron un día, que era mejor usar el inglés como medio de expresión nos parece muy bien y lo respetamos. No queremos revivir el español en Filipinas, porque es una labor que compete a los filipinos. Ojalá hubiese en el mundo una sola lengua. ¡Cuantos problemas se solucionarían, y cuantos muertos nos ahorraríamos!. Imagínese lo distinta que sería la historia, si los israelíes hubiesen optado por hablar el árabe, como lo hacen sus vecinos, en vez de dedicarse a revivir un idioma que desapareció hace cuatro mil años. Imagínese cuantos problemas se solucionarían, si los quebequeses olvidaran el francés, y decidieran hablar inglés como el resto de los canadienses. Debemos despojar a los idiomas de su carga política y sentimental. El caso más elocuente es el idioma español en Filipinas. Sus abuelos hablaban español y sus nietos, ya no lo hablan y no ha sucedido absolutamente nada. La gente sigue viviendo exactamente igual. Este experimento caducaba el próximo mes de Enero. Sin embargo, dado que nuestro proyecto ha sobrepasado nuestras expectativas, hemos decidido darlo por finalizado antes de tiempo. Confieso que le hemos cogido un cariño especial a aquella gente de Filipinas. Hace un año, no era capaz de localizar en el mapa a las islas Filipinas. Hoy, contra nuestra voluntad, nos hemos convertido en embajadores de la cultura española en Filipinas. Esa labor la tiene que realizar otras instituciones con más medios. La Real Academia Española, la Academia correspondiente de Filipinas, el Instituto Cervantes, los departamentos de lengua española de las Universidades filipinas, etc. Nosotros somos personas maduras, con profesiones totalmente al margen del estudio o de la defensa de la lengua española. Tenemos nuestras ocupaciones y nuestros deberes profesionales y familiares, que nos impiden continuar la labor. Ahí queda la idea, para que estudiantes filipinos de español, continúen con nuestro proyecto. Es una idea muy bonita, si hubiésemos tenido dieciocho años. Hemos recibido, en las últimas semanas, varias cartas de nuestros lectores que nos escribieron desde España, Latinoamerica, EE.UU. y aquí en Canadá, dando sus opiniones sobre la literatura hispanofilipina, y el interés y pasión de conocer, en estas humildes páginas del internet, la literatura filipina en español. Apreciamos mucho sus cartas.He aquí algunas: Subj: Saludos Date: 12/15/1998 5:43:29 PM EST From: [email protected] (kaibigankastil) Gracias, don Edmundo, por sus atentas cartas. En el último programa de TVE sobre el 98, el Padre Isacio Rodriguez, historiador, dice algo así con "yo creo que Filipinas tiene que volver y tenemos que volver a Filipinas". La verdad es que a mi las fuerzas me flojean a menudo, aunque enseguida vuelvo a la labor. Pero me veo aislado, sin que mi labor tenga eco, sin que vea moverse a quienes pueden (las Universidades de los paises hispanos, sus TVs, sus políticos,...), sin que haya receptividad por parte filipina... Sigo insistiendo: tanta oposición habria a establecer un programa educativo mediante el cual los escolares filipinos de primaria aprendan 300 palabras castellanas, muchas de las cuales ya conocen , otras tantas los de secundaria... Claro que hay que formar profesorado,porque los 3.000 profesores de español en Filipinas son pocos para atender a la creciente población escolar. Y todo ello con el necesario apoyo de las estaciones de TV. Por cierto, ¿no puede la Academia Filipina tener una buena página en la red que estimule el interés por lo hispano? Gracias por su trabajo y por su amistad. Agustín PASCUAL Gracias, Sr. Pascual. Ojalá tengamos más páginas como la tuya para que la gente, lectores de la red, sepan de la herencia hispánica de los filipinos.--EF Subj: [FW]El Espan~ol Date: 12/5/1998 6:37:55 AM EST From: [email protected] (Acado) Reply-to: [email protected] (Acado) Estimado Sr. Farolan: Querríamos comentarle que solemos recibir email de España, Argentina, Filipinas, Uruguay, Mexico, EE.UU., Francia, etc. de hispanoparlantes que nos dan ánimos para continuar. Curiosamente, muchos de ellos nos preguntan por el acento que tienen los filipinos que hablan español. La verdad que es muy difícil de explicar.Adjunto le enviamos uno de los email que hemos recibido de un cubano que reside en Miami, como muestra de ellos. ¿Sería usted tan amable de escribir algún artículo sobre el acento particular que tiene el castellano de Filipinas? Sería muy interesante, y de esa manera podríamos contestar a todos los que nos escriben sobre el particular. Reciba un fuerte abrazo Albert Casado .......................................... Subj: Hola! Date: 12/5/1998 8:30:39 PM EST From: [email protected] (Jose Rojas) Les escribe un cubano, maestro de Espan~ol en la ciudad de Miami, Florida. Descubro con alegria como en Filipinas aun se habla una lengua, el "chabacano", que guarda estrecha relacion con el espan~ol. No permitan que el "chabacano" desaparesca! Este dialecto me recuerda mucho al "Papiamento" que se habla en las islas cariben~as de Curacao y Bonaire. Alli se le tiene por lengua oficial, se ensen~a en las escuelas, se escribe en los periodicos y se escucha en la Radio. Dios quiera que uds puedan preservar el "Chabacano" para las futuras generaciones! Una vez encontre una joven filipina, en Miami, que lo hablaba. Solo para an~adir que existio una pequen~a emigracion de Filipinos a Cuba en el siglo XIX, los que eran popularmente conocidos por el pseudonimo de "chinitos-Manila" que era la forma callejera, de diferenciar a los filipinos de los emigrates chinos o tambien llamados: "chinitos-Canton" , ya que la casi totalidad de ellos provenian de esa ciudad china. El tatarabuelo de mi esposa, llamado Luis Vargas era un emigrante filipino. Saludos Jose Rojas/ Miami El acento filipino, como los diferentes dialectos o lenguas habladas en Filipinas, no tiene ningún acento fijo. Los visayos en el sur hablan el dialecto o el español o el inglés con el acento visayo o ilonggo, igual que los ilocanos o tagalos en el norte que tienen su manera distinta de hablar. En España ocurre lo mismo: los andaluces pronuncian los ´c´ como ´s´, pero los castellanos lo pronuncian como la ´th´.--EF Subj: Hispanohablantes filipinos Date: 12/18/1998 4:50:16 AM EST From: [email protected] (Teacher) Reply-to: [email protected] Mabuhay! Siento no saber más tagalo. Hace unas semanas me tropecé con esta revista estupenda en el Internet y ya estoy enganchado por así decirlo.Me llamo Cristóbal y soy hijo de madre española, precisamente gallega. La razón de que me dirija a vosotros es porque quería saber si el el español se va a extinguir por completo en el archipiélago filipino para ser simplemente un recuerdo histórico. Es más, ¿hay emisoras de radio o televisión en español? Os lo agradecería si me informarais al respecto pues estoy haciendo un proyecto sobre la expansión de la lengua castellana. Escribirme pronto, Vuestro amigo Cristóbal ................................ Señor Cristobal: He aquí la respuesta de sus preguntas que le contesta mi colega, Sr. Fernández.--EF Querido amigo: No vayas a suponer que en Filipinas ha muerto la lengua española, la que se habló, al llegar los españoles, por un número reducido de filipinos perteneciente de la clase educada de la colonia. Pero, es posible que algún día el español desaparecerá en las islas filipinas. La razón es obvia: las masas filipinas nunca hablaron el castellano,es decir, nunca fue el idioma popular de las masas, de los indígenas filipinos como ocurrió en Amérca Latina bajo la soberanía española. Los españoles e hispanoamericanos han hablado desde la conquista española de América Latina,un mismo idioma, el español, pero los filipinos, no. Sin embargo, no debemos perder de vista que el castellano en Filipinas tuvo un largo período de vida que dió florecimiento a una literatura castellana genuinamente y exclusivamente filipina. Es más, cuando llegaron los religiosos españoles en Filipinas, éstos prefirieron aprender las lenguas nativas para cristianizar a los naturales. En otras palabras, el Gobierno español, desde un principio, nunca impuso el uso del idioma español. Asi que yerran lastimosamente quienes creen o piensan que Filipinas es un país hispanohablante. Además, los hispanistas filipinos, llamemoslo así, los que todavía hablan el castellano hoy día, y que estan educados en inglés, ya no lo utilizan fuera o dentro del hogar. En cuanto su enseñanza en las escuelas o colegios o su supervivencia--semejante al del francés en Quebec--, queda por ver. Hoy día, en 1998, es bien sabido que muy pocos filipinos ya hablan el idioma español, nativo, local, distinto de la puramente peninsular o de España e Hispanoamérica. Somos, tal vez, los últimos de Filipinas. Pues, nuestros hijos ya no lo hablan. Si Filipinas no hubiera pasado en manos de los norteamericanos,es possible que el español nunca hubiera sido suplantado por el inglés. Lo relativo si en Filipinas existen emisoras de radio o televisión en español, la respuesta, es no. La única institución que se queda para velar por la conservación y difusión del castellano, es la Academia Filipina que sufre de inmovilismo por falta de miembros. Gracias por su mensaje y reciba un abrazo, Antonio Fernández Pasión .............. <From: [email protected] (Jowcol Vina) Estimado Sr. Farolán, Le quiero agradecer por su muy bien hecha revista informativa acerca de la lengua española en las Islas Filipinas. Yo estudié español durante 4 años en la Universidad de Santa Clara en Santa Clara, California (Estados Unidos) y siempre quería saber del estatus del español en Filipinas. Variada gente me había dicho que en Filipinas ya no se hablaba español. Yo no quería creer que después de más de 300 años de contacto con España se había echado a un lado con tanta rapidez la herencia española en Filipinas. Al tropezar con su revista me di cuenta que no era totalmente perdido el idioma español en las mentes y los corazones del pueblo filipino. Entienda señor que no soy imperialista y que yo reconozco que los filipinos han tenido una rica cultura hace mucho antes de la llegada de los primeros navíos españoles, no obstante, creo que uno de los factores que hace tan únicos a los filipinos es la influencia latina que se ve en su país y cultura. No soy filipino, pero me interesa mucho la cultura y país filipinos y me da pena saber que la influencia omnipresente de los Estados Unidos haya penetrado tan hondamente en todos los rincones del mundo que hasta en los países como México con el español como idioma oficial, padecen del imperialismo lingüístico estadounidense. Es increíbe el poder que tiene el dólar en cambiar y a veces destruir cultura. Pues señor, no fue mi propósito deprimirle así que deja terminar este mensaje con algo positivo. Le agradezco sus esfuerzos y quiero que Ud. sepa que no está solo. Gracias de nuevo, por favor siga con sus esfuerzos, Sinceramente, Jowcol Viña Los Ángeles, CA ................................. Subj: Gracias! Date: 10/26/1998 10:31:50 PM EST From: [email protected] (raul virgen) Que enorme gusto me ha dado el haberme encontrado con esta pagina en el internet. Yo soy Mexicano pero mis padres son Filipinos. Hace aproximadamente tres meses viaje a las Filipinas y me lleve una gran desilusion al ver como casi nadie hablaba algo de castellano. Por tres meses he estado surfeando el internet en busqueda de todos aquellos Filipinos que hablen, escriban y sobre todo, que amen el idioma de Cervantes. Me gustaria fomentar de alguna u otra manera el aprendizaje del castellano en las islas Filipinas. Proximamente voy a regresar a las Filipinas pues algunos de mis familiares viven alla. Serian tan amables de conectarme con todos aquellos Filipinos Hispanoparlantes que viven el las islas pues me gustaria conversar con ellos. Muchisimas gracias. Raul Virgen Sr. Virgen: Hay que buscarle a Guillermo Gómez Rivera, Director del semanario Nueva Era, y también a Miguel Fernández, Director de otro semanario, Nuevo Horizonte Tel. 527-43-28 o 527-85-11.--EF ..................................................... Date: 11/9/1998 12:17:33 AM EST From: [email protected] (Esther Olivares) To: [email protected] ('[email protected]') Sr. Edmundo Farolán Director de la Revista Filipina. Sydney 9 de noviembre 1998. Estimado señor, mi nombre es Esther Olivares y vivo en Australia.He leído con mucho interés todos (los que he encontrado) sus interesantes artículos.Me permito dirigirme a Ud. para solicitar su ayuda,de ser posible. Estudio en la Universidad de Western Sydney, mi tesis es acerca de la situación del idioma español en las Filipinas.Hay datos que no he podido encontrar como: en que fecha dejo el Español de ser una lengua oficial, si hay alguna legislación actual con respecto a la enseñanza del Español. Y el numero aproximado de persona que aún lo hablan. Estoy conciente que a lo mejor mi solicitud es grande, pero no me queda otra que intentarlo. Otro punto, mi supervisor (y yo) el doctor Geoffrey Hull un erudito en idiomas romances, estamos muy interesados en obtener su libro ¨La busqueda de la identidad Filipina¨ aca en Australia no lo he encontrado, por favor hagame saber que debo de hacer para adquirirlo. Mi tesis debo entregarla el 13 de este mes, el libro no importa cuanto tenga que esperar. Le agradezco de antemano cualquier ayuda que Ud. me pueda dar. Esther Olivares e-mail: [email protected] Srta. Olivares: En los últimos números de esta revista, encontrarás mi libro en su totalidad.--EF Date: 11/9/1998 2:59:50 AM EST From: [email protected] (Emilio Dominguez) Mi estimado Don Edmundo: Debido a mis ocupaciones profesionales, le contesto con retraso a su correo anunciándome la grata nueva de la publicación en el buscador "Ole" de Revista Filipina. Me gustaría que también hubiese hecho constar la palabra "Filipinas" entre las condiciones de búsqueda. En mi caso, yo encontré la Revista, al hacer constar el nombre de su país, en el buscador Altavista. He leído su "Poema 1998" y en unos días le enviaré un comentario al respecto. Ya sabe usted que los poemas deben saborearse y no leerlos a la ligera. Perdone que mi correo esta vez sea tan extenso, pero le voy a hacer un comentario con respecto a la literatura filipina. Desde hace varios años, tengo en casa el "Noli me tangere" de Rizal. En este tiempo, he intentado en múltiples ocasiones leer la obra, pero no pasaba del primer capítulo. En mi fuero interno tenía el convencimiento de que sería un folletín almibarado que tan en boga estaban a finales del siglo XIX al estilo de los de Fernández y González en España. ¡Craso error!. Al leer su artículo, y constatar la importante calidad artística de los poetas filipinos de la edad de oro, decidí emprender nuevamente la tarea de leer a Rizal. He quedado muy impresionado por la forma y el fondo de la novela. En determinados capítulos del libro, parecía que estuviese leyendo algunas de las novelas de la última serie de "Episodios Nacionales" de don Benito Pérez Galdós, tan próximo a Rizal también políticamente hablando. (Como sabrá era profundamente anticlerical y liberal radical). Tampoco me han creado muchos problemas los filipinismos. He quedado gratamente impresionado, porque muchos de ellos, se encuentran recogidos en el diccionario de la Real Academia, como expresiones propias de la lengua española. No le entregengo más, reciba un fuerte abrazo Emilio Domínguez. -------------------- Subj: Rizal y México Date: 12/22/1998 3:30:05 AM EST From: [email protected] (J.R. Ruiz) To: [email protected] (Edmundo Farolan) Holas: Te mando aqui de nuevo el articulo de Rizal, lo relei y no es un libro sino una conferencia y una incognita su posible estancia en Mexico pero me parece interesante. Jose Tlatelpas ___________________________________________________________ ___________________________________________________ The Spanish Canadian Web http://www.vcn.bc.ca/spcw/welcome.htm Neoclassic E Press http://www.vcn.bc.ca/spcw -------------------- La Jornada 14 de diciembre de 1998 Jose Rizal, un escritor y patriota desconocido: Eugenia Revueltas por Arturo Jimenez Con una vida paralela a la de Jose Marti en su calidad de escritor, independentista, perseguido politico y muerto joven a causa de sus ideas, ademas de su caracter de heroe nacional del siglo pasado, la figura del filipino Jose Rizal debe ser conocida y reconocida en Espana y America Latina, pero de modo especial en Mexico, ya que ademas de su ``condicion de pueblo de origen hispanico y marginado'' comparte con Filipinas una relacion historica y humana. En un reciente encuentro internacional en Filosofia y Letras de la UNAM sobre la Generacion del 98 -surgida en Espana a finales del siglo XIX- y su entorno historico, cuando el imperio espanol perdio la guerra contra Estados Unidos y sus ultimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), Eugenia Revueltas puso el dedo en la llaga al hablar de Rizal y del cruel racismo de los ibericos contra el pueblo filipino. Lo anterior motivo una charla con la maestra y ensayista sobre este personaje, cuyo pais, vida y obra son practicamente desconocidos en Mexico, pese a que, aparte de los viajes de la Nao de China, muchos novohispanos participaron en la conquista y colonizacion del archipielago y su sangre y tradiciones permearon de algun modo a la ancestral cultura filipina. Colonia a la deriva Revueltas expresa su preocupacion por el ``menosprecio'' de una cultura hacia otra y dice que si bien los modelos ``metropolitanocentristas'' tienden a desconocer lo que no pertenezca a ellos, ``el problema es que lo desconozcamos nosotros''. Y eso, agrega, es lo que pasa con Jose Rizal y su pais. Pese a que el imperio espanol, a diferencia con lo hecho en Hispanoamerica, prohibio de modo expreso la ensenanza del castellano al pueblo filipino, quien en su mayoria hablaba el tagalo, Rizal escribio toda su obra en el idioma de Cervantes. Con la llegada de los estadunidenses, el ingles se generalizo y, tras la independencia filipina, se convirtio en el idioma oficial. Ahora el espanol solo lo habla una minoria culta y tiende a desaparecer, mientras la actual literatura filipina se escribe en ingles. ``En America la conquista, como toda conquista, fue muy cruel, pero esta Santo Domingo, los acueductos y tantas cosas tan extraordinarias que uno ve ahi el impulso renacentista y humanista de aquellos frailes franciscanos que eran capaces de rescatar un saber que no les era propio. Y de parte de los indigenas mexicanos, ese sentido maravilloso de integracion de lo ajeno, de apropiacion. Eso no lo vi en Filipinas''. Senala que Rizal era un mestizo, hijo de espanol e indigena filipina, un medico liberal, de padre adinerado. ``Un poco se parece a Ibarra, el heroe de una de sus novelas. Era profundamente anticlerical, porque esa Iglesia positiva que podemos ver en algunas figuras en America, comprometida con el pueblo, no llego a Filipinas. ``El clero de Filipinas era el mas reaccionario, fanatico, ese que odiaba a la Generacion del 98, de una Iglesia depredadora que tenia las riquezas y dominaba conciencias. Y el personaje Ibarra es perseguido desde el principio por uno de esos sacerdotes espantosos. ``En una de estas situaciones, hay un momento que un padre le dice a una mujer que si no tiene dinero para pagar el entierro de su esposo muerto, que se pudra. Eso me recuerdo que una parte muy importante de la guerra de independencia en Mexico surge por algo similar, cuando una mujer pobre de Michocan pide que le entierren a su marido y un sacerdote le dice: pues salalo y cometelo. Eso fue un gran detonador de la guerra de independencia aqui.'' Dos novelas fundamentales Rizal escribio una amplia obra literaria y politica, parte de ella destruida por las autoridades coloniales en Manila. Sin embargo, ademas de sus Ensayos y discursos politicos, se conservaron sus dos novelas principales: Noli me tangere (1886) y El filibusterismo (1890). La segunda es, en cierto modo, continuacion de la primera. ``Entre una y otra hay una diferencia importante. Noli... muestra una mirada que quiere conciliar, que quiere decir: miren ustedes, los espanoles, que mal nos estan haciendo, deben reflexionar; nosotros siempre hemos sido leales con la madre patria, no sean tan injustos''. Y Revueltas cuenta del racismo de los espanoles contra el pueblo filipino y por el que al propio Rizal le llamaban ``macaco''. Pero, senala la escritora, la metropoli nunca atendio los reclamos y Rizal escribio cuatro anos despues El filibusterismo, en el que se rompe ese intento conciliatorio. ``Rizal quiere decir ahora: no es posible, lo unico que queda ya en este momento, ante la torpeza, la necedad, la ceguera de ustedes los espanoles, que no se dan cuenta que podrian todavia integrarnos y hacer una nacion conjunta, es separarnos''. Este libro, comenta, tiene mayor sentido de compromiso politico, aunque la suma de los dos provoco la persecucion de Rizal y su fusilamiento en Manila en 1896. ``Lo tuvieron preso en Espana, pero no se quisieron quedar con su sangre en la metropoli''. Continua: ``El impacto que causa Noli me tangere en los grupos superiores es tan fuerte que lo prohiben y decomisan gran parte de la edicion. Y El filibusterismo, tambien editado en Belgica, llega a Filipinas y no puede ser casi leido, porque la figura de Rizal ya ha sido satanizada''. Acerca de las acusaciones de las autoridades espanolas de Rizal como un filibustero, Revueltas senala que el escritor plantea separarse de Espana como una ``repulsa patriotica''. Un aspecto importante, indica, es como, sin darse cuenta, los mismos colonizados son los ``peores enemigos de los patriotas'' y de sus nacionales, por encontrarse ``colonizados mentalmente''. En El filibusterismo, cuenta, aparece una indigena filipina ``que siente y viste como europea; se pinta los cabellos aunque su tez sea morena y tiene un profundo menosprecio por su patria y, sobre todo, por los indigenas, por lo que es ella. Esto me recordo el racismo vergonzante mexicano, donde el peor insulto para alguien es decirle indio''. Por eso Rizal, agrega, dijo que en sus textos no iba a ocultar la verdad, ``aunque tuviera que decir sus propios defectos, pues el tambien era filipino, porque solo tomando conciencia de ellos, podremos liberarnos''. Rizal, dice, muestra a lo largo de Noli metan gere ``el perfil del racismo, el de la metropoli y el de los colonizados, quienes se discriminan a si mismos''. Entonces, senala, ``a Rizal lo acusan de filibustero, de querer hundir a Espana, de romper con la madre patria; pero no, el lo que buscaba era salvar a Filipinas''. Comenta que la diferencia entre Noli me tangere y El filibusterismo da cuenta de la radicalizacion de Rizal y de su capacidad intelectual al pasar de una propuesta de dialogo a una de rompimiento necesario. ``Su personaje Ibarra, en Noli..., senala los males pero plantea opciones pacificas. El filibusterismo es una novela mas ideologica, tiene mas discurso, y Noli me tangere tiene mas trama novelesca''. Pero esta ultima, agrega, ``fue tan importante que hasta la fecha el personaje femenino, Maria Clara, impacto de tal manera a la imaginacion popular que hay un vestido que se llama `de Maria Clara'. Y cuando se presentaba aqui el ballet Bayanihan de Filipinas, una de las partes se llamaba como esta heroina independentista de la novela''. ¿Cual es la calidad literaria de estas dos novelas? Rizal es muy buen narrador en Noli me tangere y El filibusterismo es un buen texto pero estaria demasiado ideologizado en el sentido de que la trama novelesca solo es el instrumento para comunicar ideas. Su objetivo didactico es fundamental: despertar conciencia. Rizal plantea la idea de que los filipinos estan dormidos y tiene que despertarlos, sacudirlos. ``En Noli me tangere aparece un personaje, el capitan Tiago, que seria ese mexicano que sube, como los de la revolucion, como el Artemio Cruz de Fuentes, que quieren casarse con una rubia y que sus hijos ya no tengan el estigma de la piel morena''. Revueltas desconoce si Rizal estuvo o paso, con destino a Espana, por Mexico. ``No soy especialista en Rizal, mas bien he trabajado sobre su literatura. Debio de pasar por Mexico, aunque en el XIX tambien navegaban por el sur de Africa, pero la ruta natural durante siglos fue Filipinas-Acapulco, luego por tierra y, al final, Veracruz-Espana." ................. Subj: saludos desde Barcelona (España) Date: 1/3/1999 4:49:45 PM EST From: [email protected] (Ramón Soriano) Después de ver por televisión un documental sobre el 98 en Filipinas, me decido a buscar en Internet páginas sobre su país y me sorprende alegremente encontrar algunas escritas en español. Un saludo afectuoso. Ramón Soriano http://personal.redestb.es/enante/index.htm *********************************************** geovisit(); En este número:Editorial: "La reliquia"por Edmundo Farolán Identidad hispanofilipina: Pérdida y recuperación por Elizabeth Medina LAS AVES DE RAPIÑA por Tony P. Fernandez CARTAS DE NUESTROS LECTORES El gran hispanista filipino, Don Enrique Fernández Lumba, q.e.p.d., escribió un artículo basado en los comentarios del poeta y académico español, Don Dámaso Alonso, quien comentó que "Cada país hispanohablante tiene una Academia (el caso de Filipinas es una reliquia de un tiempo en que el español era idioma oficial y de una hegemonía cultural ya extinguida) ." Su artículo fue publicado en el boletín de la Academia Filipina en 1976 cuando D. Enrique fue entonces el Censor y Secretario. Su artículo causó ondas y represalias entre varios académicos, en particular don Miguel Cuenco, diputado de Cebu y uno de los autores de la ley de la eseñanza obligatoria del español en Filipinas, y el periodista Guillermo Gómez Rivera, otro defensor y batallador del español en Filipinas, y ahora miembro de número de la Acdemia Filipina. Lo que Don Enrique quería mostrar en su artíiculo fue la realidad que muchos hispanistas en Filipinas no quisieron aceptar; es decir, la realidad de que el español en Filipinas se había muerto, y que todo lo que quedaba era nada más que la memoria de una cultura y literatura que lucía por más de un siglo, y que, ya en la segunda mitad del s. XX , era una reliquia. Don Enrique, en el artículo que reproducimos en este número, describía también los problemas que la Academia Filipina tuvo desde sus principios. He aquí su ensayo. EFR La "RELIQUIA" (Para que la Hispanidad lo sepa) Por Enrique Fernández Lumba El Director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, de Nueva York, Sr. D. Odón Betanzos, en mayo de 1975, escribió al Excmo. Sr. D. Dámaso Alonso, Director de la Real Academia Española, solicitando la admisión de aquélla en la Asociación de Academias de la Lengua Española. Don Dámaso le contestó y, en su respuesta, entre otras cosas le decía: "Cada país hispanohablante tiene una Academia (el caso de Filipinas es una reliquia de un tiempo en que el español era idioma oficial y de una hegemonía cultural ya extinguida) ." Hemos subrayado las palabras entre paréntesis, porque nos proponemos comentarlas y, además, fundamentarlas. Es evidente que don Dámaso se anticipó a dar respuesta a la posible pregunta de por qué nuestro país, no siendo hispanohablante, tiene, sin embargo, una Academia. Y dijo bien el Director de la RAE: La Academia Filipina es una reliquia del aquel tiempo feliz ya remoto, y, añadimos, los actuales Académicos son, a su vez, reliquias de la Academia, por la fuerza incontrastable de las circunstancias locales y exteriores. Se inauguró la Academia Filipina el 25 de julio de 1924, fecha del Patrón de España y que la colonia española de nuestras Islas consagró con el nombre de "Día Español", desde poco después del cese de la soberanía española. Entre los fundadores de la Academia habia tres españoles, dos de ellos de los llamados "camagones" por su larga residencia en el país, pues vinieron mucho antes de finalizar el pasado siglo. Recordemos sumariamente la vida que ha llevado la Academia Filipina, juzgada por algunos de sus mismos miembros y por otros que la contempla-ban desde fuera. Conviene recordar antes el estado de la lengua castellana en nuestro pais al tiempo de fundarse aquélla. El castellano no era oficial, pero sí en la práctica porque predominaba la generación hispanohablante y la colonia española era aún numerosa. Que no era oficial lo prueba el hecho de que, de tiempo en tiempo, había que aprobar una ley que permitía el uso del español en los tribunales de justicia. Parecía el castellano no sólo oficial sino, también, nacional, come lo afirmó el veterano periodista Vicente Sotto, a raíz de la visita del poeta Salvador Rueda. En muchos hogares, aún aquellos de familias no descendientes de españoles, se hablaba el español, principalmente en Manila y las capitales de provincia. Los legisladores deliberaban en castellano, lo mismo que los magistrados y jueces, cuyas sentencias se dictaban en dicho idioma; la mayoría de las juntas provinciales y consejos municipales redactaban sus oficios en castellano; los formularios oficiales invariablemente incluían la versión castellana bajo el texto en inglés, inclusive la balota electoral; casi todos los centros de enseñanza privada, hasta los que fueron fundados por filipinos, ya bajo la nueva soberanía, seguían usando el espanol como medio de instrucción; y, en fin, la prensa filipina, en su inmensa mayoría, se publicaba en castellano; El Mercantil era el único diario español. Y esto era aún verdad en los años 30, cuando en Manila, entre diarios, semanarios, revistas decenales y mensuales, exclusivamcnte en castellano, había 16 en total, y en provincias 27; las publicaciones bilingües (inglés-español) sumaban 14 en Manila y otras tantas en provincias. Había, pues, motivo para pensar que Filipinas era país hispanohablante. Como tal lo consideraban España y las demás naciones, aún las no hispánicas. Per esto las empresas mercantiles del extranjero enviaban sus propagandas en castellano. Entre tanto, de las instituciones docentes del Estado iban saliendo generaciones instruidas exclusivamente en inglés, y crecientemente favorecidas. Debido a esto, en los años 20, antes de establecerse la Academia, los que cultivaban el castellano, a no ser que estuvieran en la administración pública, tropezaban con dificultades en su carrera. Por esto, el benemérito don Enrique Zobel de Ayala, no siendo aún Académico, fundo el Premio de su nombre, para "promover en Filipinas el estudio del idioma español; difundirlo en sus formas literarias más correctas; y compensar, en cierto modo y medida, los sacrificios que este cultivo impone." (Subrayamos) TAL era la situación, cuando la Academia Filipina se estableció en 1924. Veamos ahora qué vida ha venido llevando, deduciéndolo de testimonios internos. Advirtamos que antes de la ocupación japonesa del país en 1942, ninguno criticó pública-mente a la Academia o a sus miembros. La primera crítica que conocemos es de uno de los camagones, quien, escribiendo en 1929 desde Málaga, a un periodista de Manila le anunciaba que habría de proponer su nombre para la Academia y añadia: "Como quiera que esa Correspondiente tiene bien acreditada su absoluta inercia o total inanición, ignoro si se ocupa de algo útil. . ." Y ya había transcurrido un lustro desde su fundación. De regreso en Filipinas el misrno camagón, escribió otra vez al mismo periodista, diciéndole: "He observado que con motivo de la muerte de Romero Salas, se ha dicho cuanto se ha podido para su buena memoria, pero nadie se acordó de decir que también era Director de la Academia Correspondiente de Filipinas." Ese detalle y otros me hacen sospechar que los inmortales dan por muerta y podrida la tal Academia, aunque real-mente y como dijo un tal de Panay: "... que .nació muerta de anemia.. ." Un día de estos voy a plantear el asunto al Sr. Rincón para que la entierren en definitiva o se cubran las vacantes y resucite, aunque sea preciso aplicarle la cura Asuero." En mayo de 1930, y también en carta particular informaba que Rincón "se abstuvo de modificar el "listajan" o candidatura que circulaba porque estaba visto que predominaba ( ¡siempre el mismo 'error!) la opinión de que los inmortales debían ser todos del gremio político activo; creyendo asi hacer bien a la causa... Precisamente, yo sustento criterio opuesto." Más adelante, dice que "después de los discursos, de la exhibición de medallas y de guardar el smokin en alcanfor, volverá todo al silencio sepulcral". Esta vez no fue así del todo. Y debe notarse que la preferencia a favor de los funcionarios públicos obedecía al hecho real de que casi todos los ex-periodistas en castellano y literatos que aún cultivaban este idioma desempeñaban un cargo público electivo o de nombramiento. Cuando en 1930, Rincón daba cuenta de la reorganización de la Academia, comenzó diciendo que ésta "ha venido llevando una existencia lánguida, premiosa... en los seis años con que cuenta." Por fortuna, en esta reorganización o resurrección de la Academia, fue elegido Secretario don Jaime C. de Veyra quien, con don Manuel Ma. Rincón, que era el Censor, movió a la Corporación a trabajar, o, por lo menos, dar apariencia de actividad acadé-mica, aprovechando la generosa oferta del propietario de la excelente revista gráfica Excelsior, de insertar, sin costo alguno para la Academia, el Boletin que la misma quisiera publicar, en forma de fascículos de cuatro o seis páginas. Veyra y Rincón llevaron sobre sus hombros la tarea de la publicación del Boletin, cuyas entregas salieron en los meses de septiembre de 1930 a marzo de 1933, pero, irregularmente, como informaba el Secretario, debido "en gran parte, a escasez de material." En 1937, el mismo camagón aludido al principio, don Esteban Lanza, vuelve a quejarse de la preferencia por los "altos empleados del Gobierno" y añadia: "Vea, y como la más reciente y cínica puñalada, la contestación que dieron todos los Secretarios a la petición (a mi juicio tonta o inocente) que hizo la Academia de que en las oficinas públicas se usase nuestro idioma, como cooficial que es según la Constitución." (Se refería a la de 1935 cuando se creó la Mancomunidad). "Solamente el Secretario de Agricultura dió contestación favorable." Pasan los años y se van cubriendo las vacantes que se producían por fallecimiento y se llega a la década de los 40. Entonces se habrían dado cuenta de que sin la enseñanza del castellano en las escuelas públicas, éste irremediablemente iría cada vez más perdiendo terreno. El Académico Pascual Asanza presentó a la Asamblea Nacional su proyecto sobre la enseñanza obligatoria del español en todos los cuatro años del curso secundario (high school). Fue su ponente el ex-magistrado y entonces diputado don Norberto Romuáldez. Fue aprobado por abrumadora mayoría, pero no llegó a la votación final definitiva, porque la guerra del Pacifico estaba a las puertas; mejor dicho, los japoneses se estaban preparando a invadir el país, como así lo hicieron a fines del 41, iniciando la ocupación de más de tres años que vino a dar Ia puntilla, aunque no lo parecía, al castellano, y un nuevo impulso a la lengua nacional indígena, por obvias razones. CUANDO se proclamó la República en 1946, la situación del castellano no 'era tan halagadora como se les había presen-tado a los Académicos españoles en 1935, hasta eI punto de haber éstos enviado al año siguiente a su ilustre colega, el poeta Enrique Diez Canedo, quien, en 1923, fue eI único que tomó nota de la publicación el año anterior del Parnaso Filipino, editado por la Casa Editorial Maucci, dedicándole un extenso comentario. Vino Diez Canedo trayendo el mensaje de felicitación y aliento de la RAE, gratamente complacida al oir que el pro-greso del castellano sería mayor aún "luego que el estado fili-pino reciba su independencia... Entonces el idioma será oficial, en union de una de las lenguas indígenas que elegirán los mismos filipinos, reunidos en congreso para ello." (Bol. RAE, marzo, 1936). Cierto que el español era ya lengua oficial desde la Mancomunidad, gracias al grupo veterano de delegados españolistas, encabezado por el mismo Presidente de la Asamblea Constituyente, Claro M. Recto, pero aquella co-oficialidad era inefectiva, de ahí la petición hecha por la Academia en 1937, que citaba Lanza. Cuando la Misión española encabezada por don Antonio Goicoechea vino para que España estuviera presente en la inauguración de la Repüblica el 4 de julio de 1945, no había para darle la bienvenida en castellano más que un solitario portavoz de los filipinos hispanohablantes, Voz de Manila, diario modesto, pero benemérito fundado y dirigido por Bienvenido de la Paz, que no era todavía Académico. La presencia de la Misión española revivió el entusiasmo hispanófilo que había hasta la víspera de la guerra, aunque atemperado por la desaparición, durante la batalla de Manila, de muchas familias hispanohablantes, entre ellas la de don Manuel Ma. Rincón, y éste mismo que fue principal promovedor de la fundación de la Academia Filipina, de la que era Censor. Gracias que le sobrevivió el Secretario, don Jaime C. de Veyra. DEBIDO a las instancias de don Julio Casares, Secretario de la RAE, referentes al estudio de los filipinismos, De Veyra procuró reunir a los mieinbros que estaban en Manila y dis-puestos a asistir. Celebraron, pues, una junta en la que, para cubrir vacantes, eligieron a cinco, entre ellos a quien es hoy Director de la Academia, Dr. Emeterio Barcelón, pero que entonces se hallaba ausente de Filipinas. Era el mes de abril de 1947. Al informar De Veyra a su colega madrileño, le decía que "La Academia venía arrastrando una existencia puramente nominal", y lo confirmaba después al decir que de los electos ninguno había ingresado formalmente. Barcelón, que estaba ya en España y representó a la Academia en el Congreso Cer-vantino, fue recibido por la misma RAE. Informaba también don Jaime que la mayoría no asistían, aunque exceptuaba a dos de los electos "rogados" a que asistieran, pues no 'estaban estric-tamente obligados, para contar con su cooperación. "Y asi estamos: - decía don Jaime, cuatro o seis individuos los domingos para ir despachando los filipinismos. En cuadro, Sr. Secretario, en cuadro!. . En vista de aquella situación, De Veyra anunció en agosto de 1947 su dimisión incluyéndola en el orden de asuntos. En noviembre, le escribió a uno de los electos diciéndole: "Estoy cansado con la indiferencia de los compañeros, y voy a hacer efectiva mi abstención a ser secretario: no vale la pena de servir gastando tiempo, paciencia y dinero." En efecto, en la con-vocatoria de diciembre declaraba: "Conque, abur, que yo me despido. Estoy ya cansado de ir repitiendo, debajo de mi firma "Secretario dimisionario". A lo mejor, dejo en banda las sesiones y haré lo que la "mayoría", no asistir a ellas. " Es que no se adelantaba en el estudio de los filipinismos. En marzo de 1950, don Jaime, convoca a junta diciendo: "Vamos a ver si podemos reuirnos, siquiera por última vez. "Ser o no ser" debe ser la divisa. El Director invita a una junta para decidir este asunto, que no honra a nadie, antes bien es motivo de mortificación o vergüenza." Acuerdan seguir adelante, pero ello no pasaría de allí, pues don Jaime se abstiene, de tal modo que en julio del mismo alto 1950 es ya el vicesecretario Lanchengco quien convoca y ofrece a sus colegas como "aliciente" la probable presencia de Recto y de Bernabé, que no surtió el efecto deseado. El Director, no estando seguro de la asistencia de los Académicos, se limita a consultarles por escrito sobre quienes habrían de representar a Filipinas en el Congreso de Academias, por celebrarse en México. De los tres que fueron, sólo uno era ya Correspondiente. Los otros dos meros electos. Uno de éstos era el Vicesecretario, quien, algunos meses después de su regreso, convoca a la Academia, en agosto de 1951, empezando asi la convocatoria: "Hace cerca de un año que la Academia no se ha reunido. Esta inactividad ha hecho que algunos compañeros se pregunten si ella vive todavía o si ha muerto ya... ¿Podemos seguir actuando de esta manera? Un poco dificil. Hay cierta clase de acuerdos que deben tomarse por la corporación misma, actuando como tal." Debe advertirse que tales acuerdos no eran, precisamente, sobre los filipinismos en los que estaban interesados la RAE y don Jaime. HASTA ahora hemos citado testimonios sobre la inactividad académica expresados por los de "dentro". Veamos ahora lo que decían los de "fuera". El 2 de mayo de 1957, la revista Ahora, que servía de portavoz de la Peña Hispano Filipina y tenía por director a un veterano periodista y literato, Federico Calero, decía así en su editorial con el epigrafe de "¿Qué hace la Academia?": "Nuestra Academia Correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española existe solo de nombre. Después del viaje que hicieron a España algunos de nuestros Académicos representando a la correspondiente filipina en una Asamblea de Academias, no se ha hecho nada por nuestra academia para justificar la razón de su existencia." Y después de referirse a vacantes no cubiertas, añadía: "Es que los que quedan no hacen nada para justificar su condición de académicos". Por aquellos días, don Jaime decía que había muchos aspirantes, pero que luego de recibir el honor se quedaban en casa. Aquella misma Ahora, en su último editorial del mismo año 1957 se despedía diciendo, entre otras cosas, que "... por un cámulo de circunstancias adversas... que han contribuido a que el esfuerzo que pusimos unos cuantos quedara frustrado ante la incontrovertible realidad: el español en Filipinas es algo que se esfuma sin que los que nos llamamos hispanistas podamos remediarlo." Tristísima, pero bien fundada confesión. Años después, 1968, otro periodista joven, de pluma ingeniosa y ágil, Antonio Ma. Cavanna, publicó un extenso artículo en el semanario Nueva Era con un titulillo a modo de Tema que decía: "Academias, Academitas y Seudoacademias". Este título menor tenía su razón de ser, porque por aquellos días existía, entre diversas sociedades españolistas, una que se llamaba "Academia Hispánica", que pronto se esfumó a pesar de los muchos miembros que sus organizadores nombraron. El principal título del artículo es también una pregunta como la de Calero: ¿Panteones o Filones de la Cultura Española en Filipinas? El principal desacierto e injusticia del artículo fue comparar la Filipina con las Academias Hispanoamericanas, aún las creadas después de ella. El mismo autor lo revela. Fue, precisamente, becario del Instituto de Caro y Cuervo, gracias a la Academia Filipina, que debió nombrarlo, pero, por motivos que preferimos olvidar, alguien asumió la representación de aquélla. Por eso pudo decir que había presenciado, observado y estudiado la labor de uno de los mejores "ramales en Sur América - la Academia Colombiana - y sus actividades diarias, sus publicaciones regu-lares, sus concursos para estimular la producción intelectual, y su organización, composición y vida actívisima, y créanos que da pena hacer una comparación con la Correspondiente de Filipinas." Y da la razón de esto, al decir: "Claro está que, en la América Hispana las Academias son verdaderos cuerpos vivos a causa de la misma autoridad que se les concede y por el hecho de ser convertidas por ley (subrayamos), en cuerpos consultivos del propio gobierno." "Mucho pues, deja que desear la Academia Filipina correspondiente de la R.A.E., comparada con las que forman los otros ramales del tronco español. Mucho tiene que hacer, por ponerse, no ya a la altura de aquéllas -que casi es imposible -' sino, al menos a la altura del prestigio que sn nombre demanda." Y dice muchas otras cosas más el artículo no todas conformes con la verdad, como cuando dice: ..... reconocemos que aún cuenta en su seno con muy meritísimos señores, y hubo un tiempo - hace muchos, muchísimos años atrás-, en que dicha Institución lució bien, su funcionamiento fue normal y mantuvo algunas labores propias de su carácter. Pero ... repetimos: eso fue hace tiempo, mucho tiempo atrás!..." Y ya ha visto el lector que no fue así por testimonio mismo de los de dentro de la corporación. Precisamente, aquel año 1968, siendo ya Director Barcelón, fue cuando la Academia estuvo mejor. Debía quizá darse cuenta el articulista de que no juzgaba con plena justicia, pues líneas adelante él mismo insinúa las posibles causas de la inactividad de la Academia, entre ellas la "falta de apoyo gubernamental", que, ciertamente, nunca lo ha tenido ni podrá tenerlo. El mismo inquieto periodista volvió a la carga contra la Academia el año siguiente, 1969; esta vez en la revista YA, de irregular aparición y de la que era Director. Innecesario es reproducir lo que decía, porque no era más que reiteración de su menosprecio contra la Academia. Pero tenemos que decir que, no obstante aparecer como su consejero uno de los más dignos e ilnstres miembros de la Academia, no estaba bien informado, pues, entre los "literatos" ... "muertos sin haber gozado del sillón académico no obstante sus méritos para ello", menciona a cuatro que fueron Académicos desde muchísimos años antes: Rávago, padre, Asanza, Liquete y Aunario. La inactividad que él denunciaba sí era cierta, como ya hemos visto; pero no era todo por culpa de los mismos Académicos, sino de las abrumadoras circunstancias invencibles que comenzaron desde el cambio de soberanía, desde lo que Recto llamó la "interpolación" de "la conquista americana"; es decir, usense. VOLVIENDO a la actuación de la Academia, diremos que, no obstante su atonía, pudo estar representada no sólo en el Congreso inicial de Méjico (1951), sino también en el de Madrid (1956), el de Bogotá (1960), el de Buenos Aires (1964) y el de Quito (1968), y aún en la Comisión Permanente (1969) con sede en Madrid, por voluntad firme del Director que se impuso a uno de sus colegas para que fuera en su lugar. Más interrumpamos la exposición para hacer notar qne en la década del 50, el entusiasmo por el español parecía alentador: Ya había un diario más, El Debate, revivido por Antonio Serrano y gracias a la generosidad de la familia Madrigal, primeramente, luego la de don Andrés Soriano y sus hijos. Por entonces vino un sevillano, Manuel López Flores, y fundó la revista ilustrada Semana, que atrajo la colaboración de poetas y literatos, como Manuel Bernabé, Lorenzo Perez Tuells y Francisco Zaragoza, ademas de la del venerable Jaime C. de Veyra. Revivió el diario La Opinión, con la ayuda de Francisco Palisoc, aunque luego cambió de nombre, llamándose La Unión Hispano Filipina; intentó también crear una biblioteca de clásicos filipinos iniciándola con la re-edición del poemario Pentélicas, de Cecilio Apóstol. Funcionaba La Peña Hispano Filipina, que no tenía oficiales, sino organizadores de sus comidas mensuales, convertidas en tertulias de los hispanohablantes, de las qne surgieron buenas iniciativas como el Congreso Nacional de Hispanistas de Filipinas, en cuya sesión inaugural habló el Presidente de la República, don Elpidio Quirino, quien, el año siguiente, tuvo la feliz idea de llevarse a Bernabé en su visita oficial a España. Estaban vigentes las Leyes de Magalona y de Cuenco (Miguel), sobre enseñanza obligatoria del castellano. Se fundó una Federación de Profesores de Español, que también tuvo su congreso. Se creó en el Departmento (Ministerio) de Educación una oficina para que vigilara el cumplimiento de las citadas Leyes, y publicara los textos prescritos en la de Cuenco. En la década siguiente, del 60, hubo también acontecimientos que debían favorecer la causa del castellano, como la visita del Presidente de Mexico, don Adolfo López Mateos; la venida de los delegados españoles al Congreso Rizalino; luego la visita del Presidente Macapagal a España. Todo esto debía de saturar de hispano-filia nuestro ambiente público de aquellos años. Y fue, precisamente, en aquella década del 60, cuando la Academia Filipina entró en su mejor etapa. En 1964, dos Académicos, uno de ellos el Dr. Barcelón, asistieron al Congreso de Academias, de Buenos Aires. A su regreso, y en la primera reunión celebrada en enero de 1965, se reorganizó la Directiva con la elección de Emeterio Barcelón como Director, y la de 16 nuevos Académicos, a los que siguieron otros cuando se presentaba la ocasión. El nuevo Director reunía, además de los méritos literarios y la prestancia social, la circunstancia de disponer de todo su tiempo y dedicarlo a la Academia. Por esto, en el último decenio reciente ésta ha podido reunirse, en sesión privada y en actos públicos, muchas más veces que en todos los decenios anteriores. La decisión más importante del nuevo Director fue la publicación del Boletín en el que se registraría la actividad académica y serviría de nexo, siquiera anual, con la Academia madre y las fraternas de Hispanoamérica. Al principio, un grupo de Académicos contribuyeron por igual para costear la publicación; luego, desde 1969, doña Gloria Zóbel es quien la sostiene con su donación. Se han publicado ya diez números. Se remite a todas las Academias y a instituciones culturales del país y del extranjero, y a otras personas interesadas. En 1974, pudo la Academia, aunque modestamente, celebrar su cincuentenario, con una sesión pública que honró con su presencia y su salutación el M.R.P. Dr. Leonardo F. Legaspi, O.P., primer Rector filipino, y en la que fue recibido formalmente el R.P. Dr. Fidel Villarroel, O.P., de la Universidad de Sto. Tomás, como Miembro numerario. Dos años antes, fue recibido ignalmente, en un acto celebrado en el Centro Cultural de España, el P. Angel Hidalgo, S.J., que debió acompañar al Director en el Congreso de Academias de Caracas, pero el viaje de ambos no pudo realizarse, pues a última hora cayó enfermo el Dr. Barcelón. DESPUES del cincuentenario, la actividad de la Academia se ha reducido, en parte por la edad y el precario estado de salud de la mayoría de los pocos asiduos, contándose entre éstos los venerables octogenarios el ex-Embajador Dr. José Ma. Delgado y el ex-Magistrado, Dr. Sabino Padilla; pero más que esta razón personal, debemos mencionar que la desaparición de muchas de las circunstancias alentadoras que antes mencionamos, y el debilitamiento de las otras, son la causa verdadera de la actual pasividad. Un indicio fehaciente: La prensa filipina en castellano se reduce ahora a dos semanarios: Nuevo Horizonte y Nueva Era. En realidad, la Academia no tiene en qué ocuparse. Las resoluciones que se aprueban en los Congresos no se pueden cumplir; menos aún las que requieren intervención del poder público. Por esto Filipinas no ha ratificado el Convenio de Bogotá, pues no lo podría realizar. Tal es la verdad que no se puede ni se debe disimular aunque "sangre el corazón." DON DAMASO ALONSO, en la carta referida al principio, indicaba claramente las condiciones que debe reunir una Corporación para que pueda formar parte de la Asociación de Academias de la Lengua Espafiola. Acotemos algo más de aquella carta: "La Real Academia Española ve siempre con simpatía toda entidad que se proponga defender y fomentar la lengua castellana. Lo que no podemos aceptar es el empleo de la palabra "Academia" ... Cada país hispanohablante tiene una Academia ... Todas nuestras Academias forman una Asociación (con personalidad jurídica, basada en un convenio multi-lateral). A esa Asociación corresponde hoy la máxima autoridad en la misión rectora de la lengua castellana. Pero todos los miembros de esas Academias son hispanohablantes por nacimiento.... La entidad por ustedes creada carece de estas condiciones: un gran número de sus componentes no poseen como lengua materna el español. La lengua española no es la lengua oficial de la Nación donde ustedes quieren fundar esa Academia.... Todas estas Academias tienen como misión futura.... estar o ponerse de acuerdo respecto a lo que puedan considerarse normas lingüísticas vigentes, con el fin de mantener en el porvenir a unidad fundamental de nuestra lengua. La entidad constituida por ustedes carece de las condiciones necesarias para coejercer rectoría alguna sobre el modo de hablar del mundo hispánico." Esto califica don Dámaso de "derecho natural idiomático." No siendo, pues, el castellano idioma nacional de los filipinos, porque aún en aquellos hogares donde se habla aún esta lengua, la está suplantando la indígena que se nacionaliza por conducto de las escuelas, y siendo, por otra parte, su oficialidad meramente nominal, la Academia Filipina ha perdido su base de sustentación. Ella, como el mismo idioma español, ya. ha cumplido su misión en nuestro país. Al fundarse, no sólo se pensaba quizá que el castellano continuaría progresando, sino que, sobre todo, serviría de apoyo moral a nuestras demandas de Independencia. Así lo reveló Manuel Rávago en el acto inaugural de la Academia, en 1924. "España, o mejor dicho, la Real Academia Española de la Lengua - decía él -' al equipararnos con las repúblicas independientes de Colombia, el Ecuador, Méjico, El Salvador, Venezuela, Chile, Peru, Guatemala, la Argentina y Honduras, no lo ha buscado quizá, pero de hecho ha venido a reconocer la elevada cultura, la adelantada civilización de nuestro pueblo, que hoy tratan de negar los adversarios de nuestra libertad, pero que todo espíritu desapasionado y todo ánimo recto y justiciero tiene que reconocer." En 1946, Filipinas logró la realización de su ideal al proclamarse la República. La Hispanidad prestó desinteresadamente y en todo momento su apoyo moral a los filipinos en su lucha por la Independencia, sin requerir, como otros, que su lengua castellana, que todavía era nuestra, aunque limitada, se conservara utilizándola come medio de instrucción, a fin de asegurar su permanencia. Aquel desinterés merece la gratitud de Filipinas. Y si alguna voz filipina se deja oir en Santiago de Chile, tal vez no sea para defender alguna teoría linguística, algún punto de filología o tema gramatical, sino para manifestar a la Hispanidad reunida en Congreso, el agradecimiento, per lo menos, de los filipinos hispanohablantes que quedan y recuerdan aquella solidanidad hispánica con nuestra legitima aspiración independista. Manila, 1 de octubre de 1976
Por Tony P. Fernandez El pueblo filipino, que durante decenios libró una batalla para ganar su independencia, primero contra España y después contra los Estados Unidos, recordará siempre a sus escritores que combatieron con su pluma para restablecer la libertad y la democracia en su país durante el régimen estadounidense de las Islas Filipinas al terminar la llamada Revolución Filipina de1896. Eran unos tiempos aquellos, difíciles para los periodistas filipinos que trabajaban en un ambiente de miedo creado por años de represión norteamericana. La intimidación y el hostigamiento de los periodistas era algo corriente. Es más, la información era controlada. Era dificil para un periodista desempeñar su labor periódistica con justicia y objetividad. La única clase de información que el Gobierno norteamericano quería que se publicase era la que favorecía a la buena gobernación de los americanos. Sin embargo, el lema que inspiraba a los periodistas filipinos era "la libertad para el pueblo." En un ambiente así se escribio quizá el más famoso editorial del periodismo filipino, respetado y admirado por los filipinos de entonces y por la nueva generación filipina de hoy. Nos referimos al editorial "Las Aves de Rapiña", escrito por Don Fidel A. Reyes, el redactor-jefe de El Renacimiento . Este periódico lo fundó Don Martin Ocampo, habiendo sido directores Rafael Palma, luego Fernando Ma. Guerrero y más tarde Teodoro M. Kalaw, en cuyo tiempo se publicó el famoso editorial que conmovió la sociedad filipina durante la ocupación yanquí. Aquel editorial, es, sin lugar a dudas, el más famoso de Filipinas por la pasión que suscitó como ejemplo del hostigamiento de los periodistas y como símbolo en defensa de la libertad de prensa. Después de la publicación del editorial, Reyes, Kalaw y sus colegas de El Renacimiento fueron acusados de libelo por el Gobierno americano para impedir la libertad de prensa y que luego determinó la desaparición de dicho diario por sus críticas contra las autoridades americanas. Debemos recordar también que El Renacimiento se declaró decididamente partidario de la conservación del castellano frente a los que abogaban por el nuevo idioma inglés impuesto en las escuelas públicas. Vivió este gran periódico hasta 1910. Pero ha dejado huella imperecedora en la historia del periodismo de Filipinas y desde entonces sirvió de inspiración a los periodistas que querían mantener el derecho del público a una información libre y sin censura. Muchas cosas se pierden con el paso del tiempo pero el recuerdo del editorial "Las Aves de Rapiña" escrito por Don Fidel A. Reyes no ha caido en olvido. Esto es cada vez más recordado por los jóvenes de hoy y no se pierde entre nosotros, pues tenemos plena conciencia de aquel hecho inolvidable dando cuenta que el español consituye un elemento histórico del ser nacional filipino. El caso contra "Las Aves de Rapiña" ha dado un extraordinario impulso a muchos periodistas, escritores, dramaturgos, y grupos teatrales, así como directors del cine filipino, de crear obras basados del famoso editorial. Gil Portes, que cuenta con catorce películas en su nombre dirigió la producción en inglés "Birds of Prey" (Aves de Rapiña) donde actuaron Gina Alajar y Edward Swan. En su film, Gil Portes nos deja ver el verdadero mensaje de las Aves de Rapiña. También se exhibieron obras teatrales basados con todos los elementos de nuestra lucha por la independencia. La zarzuela filipina, Paglipas ng Dilim, una comedia escrita en la segunda década de este siglo por Precioso Palma y Leon Ignacio, resalta con valores humanos que busca la identidad filipina mostrando la situación social y política del país. En una de sus escenas aparece una aguíla rapaz devorando a las indefensas gallinas, inspirado, no cabe duda, por el famoso editorial. Honra hoy nuestra edición de La Revista, Don Fidel A. Reyes, gran periodista batangueño que dejó conocer su pluma escribiendo enjundiosos artículos en defensa de los derechos demócraticos de los filipinos en su empeñada lucha por nuestra emancipación política. Aquí está el referido editorial:
Las Aves de Rapiña Por Fidel A. Reyes Sketch of Fidel Reyes (c.1900) by Mike Castañer En la extensión del globo, unos han nacido para comer y devorar, y otros para ser comidos y devorados. Una y otra vez, estos últimos se han agitado, tratando de rebelarse contra un orden de cosas en que son presa y pasto para la veracidad insaciable de los primeros. Alguna vez han tenido suerte ahuyentando lejos a los comedores y devoradores, pera en la mayor parte de las veces, no se ha conseguido más que un cambio de nombre o de plumaje. En todas las esferas de la creación, la situación es la misma, la relación entre unos y otros es la que dictan el apetito y la fuerza para saciarlo a costa del prójimo. Entre los hombres, es facílisimo observar el desarrollo de este fenómeno diario. Y por alguna razón psicológica los pueblos que se creen poderosos han tomado por emblema las criaturas más fieras y más dañinas: ora es el león, ora el águila, [ora] la serpiente. Unos lo han hecho por un secreto impulso de afinidad, otros por efecto de una simulación, de variedades infatuadas aparentando lo que no son ni puede ser jamás. El aguila, simbolizando libertad y fuerza, es el ave que ha encontrado más adepto. Y los hombres, colectivos e individualmente han querido copiar e imitar el ave más rapaz, para triunfar en el saqueo de sus semejantes. Hay hombres que además de ser águilas, reunen en sí las características del buitre, del buho y del vampiro. Subiendo a las montañas de Benguet para clasificar y medir cráneos de igorrotes y estudiarlos y civilizarlos y sorprender al vuelo, con ojo de ave de rapiña, donde se encuentran los grandes yacimientos del oro, la presa oculta entre los montes solitarios, para apropriarsélos después, gracias a esto a facilidades legales hechas y deshechas al anteojo, para siempre en beneficio propio. Autorizando a despecho de leyes y ordenanzas una matanza ilegal de ganado enferma, para sacar beneficio de la carne infecta y podrida que él mismo estaba obligada a condenar en virtud de su posición oficial. Presentándose en todas las ocasiones con el ceño fruncido del sabio que consume su vida en los misterios del laboratorio de ciencia, cuando toda su labor científica se reduce a desecar insectos e importar huevas de peces como si los peces de este país fueran menos nutritivos y menos ricos, de tal como que valiera la pena de sustituirlos con especies venidas de otros climas. Dando un impulso admirable al descubrimiento de veneros de riqueza en Mindoro, en Mindanao y demás puntos vírgenes del Archipíelago con el dinero del pueblo y con el pretexto de bien público, cuando en rigor se trata de pescar todos los datos y la clave de la riqueza nacional en provecho personalísimo como se demuestra por la adquisición de inmensas propiedades registradas con nombres ajenos. Promoviendo por medio de agentes y consocios secretos la venta a la ciudad de terrenos sin valor por cantidades fabulosas que los padres de la ciudad no se atreven a rehusar por el temor de disgustar a quien va detrás de la moción, y que no rehusan por lo que les conviene. Patrocinando la concesión de hoteles en sitios terreplenados con la perspectiva de enormes utilidades, a expensa de la sangre del país. Tales son las características del hombre que es a la vez aguila que sorprende y devora, buitre que se solaza en las carnes muertas y putreficas bajo aparente omnisciencia petulante y vampiro que chupa en silencio la sangre de la víctima hasta dejarla exangüe. Estas aves de rapiña son las que triunfan. Su vuelo y su dirección jamas se ven detenidas. ¿Quién los detendrá? Unos participan del botín y del saqueo. Otros son tan débiles para levantar la voz de protesta. Y otros mueren en desconsoladora destrucción de sus propias energías y intereses. Y entonces surge terrorífica, la leyenda inmortal: MANE, TECEL,PHARES.
Identidad hispanofilipina: Pérdida y recuperación por Elizabeth Medina
Presentamos la hipótesis de que la pérdida de la identidad y memoria hispanofilipina bajo el régimen colonial norteamericano llevó al tratamiento descontextualizado y parcial de la época hispanofilipina (1521-1898) en los textos de historia filipinos. Afirmamos que la situación actual de difusa identidad y conciencia histórica del pueblo filipino es producto de una ruptura histórica y sicosocial cuya consecuencia fue la pérdida de la identidad y memoria hispanofilipinas. Creemos que la reorientación de la historiografía y la cultura hacia la recuperación de la memoria hispanofilipina es posible mediante la aplicación de un enfoque global sobre el pasado que dará cuenta de su complejidad cultural y sicológica. La identidad cultural es resultado de la acumulación de proceso histórico y surge en todos los miembros de una sociedad una vez alcanzado un nivel crítico de acumulación de experiencia sociohistórica. En el momento cuando un pueblo logra la conciencia de sí misma, la imagen de un Ser mayor y cohesionado se expresa en un proceso de articulación y materialización de la voluntad de soberanía. El estudio de la identidad cultural y de los cambios de mentalidad está prácticamente sin desarrollar en la historiografía filipina. Tal reflexión se perfila hoy como necesidad imperiosa para que los filipinos logremos comprender nuestro pasado y nos emplacemos correctamente dentro del enmarque global de la cultura, historia y coexistencia humanas, en el sitial que nos corresponde por nuestra experiencia a través de los siglos. La historiografía filipina deberá avanzar más allá de la simple cronología; narrativa externa e interpretación parcial que deja fuera la complejidad cultural de nuestra historia y por lo tanto la hace ininteligible. La metodología hermenéutica es una herramienta que nos permite penetrar a un nivel más profundo de los significados de la documentación histórica, con el fin de descubrir "el mundo que puede corresponder al texto", y es clave para acceder al pasado cultural conservado en los documentos pero que no puede ser interpretado fielmente a no ser que el investigador sea capaz de acortar las enormes distancias, tanto temporales como culturales, que le separan de los textos. Nuestra historia está marcada por dos colonizaciones sucesivas, separadas por un breve interregno en el cual la síntesis del proceso histórico hispanofilipino de 377 años -la Primera república filipina- fue fundada y luego desmantelada. Dicha historia ha sido presentada como un relato externo sin considerar los múltiples procesos de cataclismo sicosocial concatenados entre 1896 y 1913, y cuyas secuelas indudablemente siguen presionando sobre el presente. Dado el hecho de nuestra colonización en serie, el estudio de la mentalidad -es decir, las mutaciones de conciencia histórica y cultural desencadenadas por cambios radicales de paradigma sicosocial y político - es un requerimiento para la comprensión profunda de la historia filipina.
El Problema de la identidad filipina como disociación del pasado hispanofilipino La pérdida de la identidad hispanofilipina se expresa hoy en día como el estado de disociación sicológica y emocional del mundo hispanofilipino en los filipinos posmodernos. Sin embargo, éstos tienen la falsa creencia, promovida por los libros de historia, que no existe ninguna brecha cultural significativa entre ellos y la Generación de 1896. Es un hecho constatable, no obstante, que el triunfo de EE.UU. sobre la Primera República y la posterior reestructuración de la vida social, cultural y de la identidad filipina entre 1901 y 1945 significó una ruptura violenta a todo nivel para el pueblo hispanofilipino. El cambio lingüístico, la educación, la transformación tecnológica, y la difusión a través de las telecomunicaciones de las costumbres y la cultura general de EE.UU., borraron la memoria hispanofilipina casi por completo, separando así a la nación de sus antepasados hispanofilipinos. Empero, la causa más grave de dicha disociación de la conciencia filipina del pasado hispanofilipino no fue el cambio radical de un paisaje religioso, tradicional e hispanizado a otro anglosajón, secular y tecnológico. El mayor factor de la disociación fue la desaparición de la generación hispanofilipina que primero lideró el movimiento de asimilación e igualdad de derechos bajo España, y, después, la Revolución y la instauración de la República. La flor y nata de aquella generación filipina paradigmática fue eliminada del liderazgo de la nueva nación a través de la muerte y el exilio. Pero más allá de este hecho, tras el establecimiento del régimen norteamericano, los sobrevivientes de aquella heroica generación fueron marginados de la vida social y nacional y reemplazados por los ilustrados no nacionalistas, quienes se convirtieron en los colaboradores de los norteamericanos. Fue así como se perpetró la traición, mediante el falso discurso de que el proyecto nacional fallido se continuaba pero esta vez bajo un nuevo tutor de corte benévolo y democrático, el mismísimo que había destruido aquel proyecto nacional. La condición fatal para la supuesta continuación de la lucha por la independencia fue, sin embargo, la renuncia al pasado. Tal renuncia se transmitió a las nuevas generaciones en la forma de un desarraigo y posterior olvido del íntimo vínculo que hubiera alguna vez existido entre sus padres y abuelos y el mundo hispanofilipino. La ruptura de cuajo y el olvido posterior de aquellos vínculos dejaron el legado de ahistoricidad y desconcierto frente a un Himalaya documental en el idioma castellano cuya realidad no cabía negarse y que era forzoso escalar, tan sólo porque estaba allí. Tres generaciones de historiadores -cuyos mayores se formaron bajo el régimen norteamericano- adoptaron la bandera de la pureza étnica y lingüística y rechazaron la cultura española y mestiza. Se empezó a minimizar el componente histórico hispano y enfatizar los elementos geográficos y raciales asiáticos en la ecuación de la identidad filipina. Sin embargo, el resultado de tales esfuerzos no ha sido sino la exacerbación de la difusión cultural y la enajenación en un pueblo cuyo comportamiento actual está marcado por la diáspora y la falta de definición. Filipinas, en vez de avanzar con paso decidido hacia la unidad y la recuperación de la mística de autodeterminación que llamea aún en las crónicas de fines del siglo XIX, parece desplazarse con creciente velocidad en dirección entrópica. El Centenario de la Primera república ha puesto de manifiesto que el alma nacional sigue aferrada a una frágil nostalgia en medio de un clima de deriva endémico que impregna todos los ámbitos de la vida nacional. Denominamos a ese "clima de deriva": disociación. Naturaleza y manifestaciones de la disociación hispanofilipina La naturaleza de la disociación es sencilla: -los filipinos de hoy no han experimentado la cultura hispanofilipina; el castellano se ha perdido en Filipinas como idioma vivo; y existe un marcado sesgo cultural e historiográfico contra la época colonial española. La pérdida de comprensión profunda -y de la empatía que sólo puede nacer de ella- ha llevado a la curiosísima representación de la "época española" como un escenario témporoespacial en el que únicamente los españoles habitaron y se desenvolvieron en absoluta separación de la población indígena, y que más tarde abandonaron, llevando todo consigo sin dejar prácticamente huella alguna tras de sí. Es sólo en la segunda mitad del siglo XIX que la imagen nativa adquiere el perfil de protagonista histórico de la época colonial hispana. Sin embargo, dicha imagen no es definida pulcramente como hispanofilipina y siempre cabe la implicación de que aquel actor histórico es el mismo que el filipino moderno. Creemos que esto ha resultado de los sentimientos comprensibles de identificación por parte de los historiadores y escritores filipinos norteamericanizados con los héroes del Movimiento de propaganda y de los períodos revolucionario y republicano, cuyas figuras más importantes se supuso que eran nativos no mestizos de la clase media y de las capas sociales populares. Se ha olvidado, no obstante, que aquellos filipinos -absolutamente todos ellos- eran hispanofilipinos. Incluso Andrés Bonifacio, quien inició la cruzada cismática contra todo lo español, era una criatura de ese mismísimo medio. Todos los filipinos nacidos hasta fines del siglo XIX eran hispanofilipinos. Los filipinos nacidos durante y después del período norteamericano, por otro lado, se tornaron filipinos norteamericanizados; y es esto lo que somos hoy por hoy. Por lo tanto los filipinos actuales nos encontramos forzosamente separados histórica y culturalmente de los filipinos originales -los primeros en tener conciencia nacional -y este hecho no ha sido correctamente registrado y reconocido en nuestros libros de historia. En su lugar hay una creencia curiosa y sin cuestionar de que nada cambió realmente para nuestro pueblo entre 1898 y 1946, salvo gobierno e idioma. Se cree que el período norteamericano fue -como el escritor histórico Isagani Cruz lo describe- una ocupación traumática pero breve. Sin embargo, proponemos que, si bien de corta duración en comparación con el régimen anterior, aquella ocupación propinó un golpe a Filipinas que fue mucho más fuerte que todos los anteriores 377 años de colonización española. ¿En qué consistió tal golpe? (1) En la destrucción del proyecto hispanofilipino de liberación nacional en 1896 y de creación de la república en 1898; (2) en el desmantelamiento de la cultura e identidad hispanofilipina; (3) en la traición de sí y de la patria por parte de los ilustrados no nacionalistas que se convirtieron en aliados y aprendices de los norteamericanos y, (4) en el condicionamiento inevitable de nuestra cultura e historia por el poder de los EE.UU., lo que llevó a las generaciones futuras a heredar la enajenación cultural y una historiografía deformada. Todo lo cual trajo aparejadas repercusiones gravísimas de índole social, política y moral para el futuro desarrollo del país; o sea, la realidad de los filipinos de hoy. Es un hecho que, hoy en día los filipinos nos hemos norteamericanizado y ya no somos hispánicos. No es tampoco nuestro interés negar ni despreciar tal hecho, sino más bien animar a los filipinos actuales a emprender con suma seriedad el sondeo del sustrato hispanofilipino que se encuentra bajo la superficie norteamericanizada de nuestra cultura. Sólo así logrará nuestro pueblo sentir su profundo raigambre en el poderoso y hermoso legado cultural e histórico que compartimos con los pueblos latinoamericanos. En otras palabras, no pretendemos negar la complejidad de la ontología e historiografía filipina, sino todo lo contrario: honrar y hacerle justicia. Afirmamos además que el legado de autotraición y colaboración que condujeron a la desaparición del pasado debe ser objeto de profunda reflexión por parte de nuestros historiadores y referencias culturales, y que debe tomarse además decisiones tendientes a corregir las deformaciones históricas y educacionales que originaron y que han llevado al empobrecimiento del pueblo filipino, al separarlo de su familia histórica y cultural: España y Latinoamérica. CONCLUSIÓN Es nuestra apreciación que, en el caso de la historiografía filipina, el tiempo ya ha hecho su trabajo y finalmente nos encontramos en situación de replantear nuestro enfoque sobre el pasado, con miras a corregir los errores de interpretación y rellenar las lagunas creadas por la amnesia y el encogimiento de nuestro horizonte cultural. Dichos errores no han sido el resultado de la negligencia irresponsable sino que son el lastre histórico-cultural dejado por la acción ineludible de fuerzas mayores. Creemos que mediante el emplazamiento y el estudio de la historia filipina dentro del contexto mayor del proceso del Imperio español, y su comparación con las historias de las naciones latinoamericanas, podremos lograr una visión global e inteligible del pasado. A través del estrechamiento de los vínculos culturales con España y la creación de nuevas relaciones con América Latina, podremos recuperar nuestra memoria y conciencia hispanofilipina, además de acceder a los significados profundos cifrados en nuestra documentación histórica que permanecen ocultos debido a la ofuscación y amnesia cultural, obstaculizando nuestra capacidad de comprender y valorar el pasado y, por lo tanto, a nosotros mismos. Por consiguiente, a pesar del hecho que somos lo que somos debido a la acción de lo que se pudiera llamar un destino fatal, el futuro sí que está en nuestras manos. (Elizabeth Medina S. ( [email protected]) es una filipina, traductora literaria, y ensayista, radicada en Santiago de Chile desde 1983. Escribe sobre la identidad filipina, el olvido del pasado hispanofilipino y las historias comparadas de Filipinas y América Latina. Publicó su primer libro en Santiago de Chile en 1998, Rizal According to Retana: Portrait of a Hero and a Revolution. Sus otros trabajos son dos manuscritos inéditos: "Becoming a Filipino: A Journey from Alienation to Identity" (1997) y "Thru the Lens of Latin America: A Wide-Angle View of the Philippine Colonial Experience" (1999). Hemos recibido, en las últimas semanas, varias cartas de nuestros lectores que nos escribieron desde España, Latinoamerica, EE.UU. y aquí en Canadá, dando sus opiniones sobre la literatura hispanofilipina, y el interés y pasión de conocer, en estas humildes páginas del internet, la literatura filipina en español. Apreciamos mucho sus cartas. He aquí algunas:
Date: 12/23/1999 12:35:46 PM Pacific Standard Time From: [email protected] (Bruno Vuan) To: [email protected]<BR> Con respecto a la mención de Jack Schnabel referente a la palabra "asalto", debo decirle que en Uruguay, si bien su utilización normal es la de robo o atraco, la interpretación de asalto como fiesta sorpresa está vigente, por lo que sospecho que el orígen de esta acepción debe ser español y no filipino. Saludos y felicitaciones por la revista, Bruno Vuan, Paso de los Toros,Uruguay Gracias por la interesante observación. El Sr. Schnabel seguramente le contestará para felicitarle.--EF Subj: Hola amigos! Date: 9/27/1999 5:18:06 PM EST From: [email protected] (Jose Manuel Avellaneda abenza) ¡Hola! ¿Que tal está? Bueno, anteriormente ya recibió de mi un mensaje de correo electronico. Yo soy de España y de una de las cosas que mas me avergüenzo como español es ver que paises como Francia y Inglaterra se preocupen no solo de la calidad de su idioma sino de extenderlo, aunque por ello tengan que pagar dinero, esto ultimo en el caso de Francia. Desde el descubrimiento de America, lo unico que se ha preocupado España es de extraer la cantidad mas grande de oro y plata posible, alla donde ha ido a colonizar. Porque si aun sigue la cultura, el idioma y todo lo que dejaron alli los conquistadores, yo creo, que todo el merito hay que darselos a sus habitantes. Me da mucha rabia la manera tan estupida de haber perdido Las ultimas colonias. En cierto modo tanto el Ejercito como la Marina de España estaban muy desgastados, tras las guerras que mantuvo con las anteriores colonias de America y alguna que otra de Europa. Pero sobretodo porque los anglosajones se han aprovechado siempre muy bien de nuestra incompetencia. De la incompetencia de nuestros gobiernos (que aun sigue siendo un incompetente). La primera, al abrirles el paso tras el descubrimiento de America y la segunda, dejarles que se apoderasen de nuestras colonias, poco a poco, aniquilando nuestro idioma y nuestra cultura para poner las de ellos. Pero lo peor de todo es que aun, nuestro gobierno sigue sin hacer nada. Despues de haber perdido el Sahara de una manera tan vergonzosa, dejemos a los pobres saharauis a merced de los marroquies que los han aniquilado. El idioma de ellos como colonia de España era el español, pero ahora, Marruecos quiere tratar de quitarles su identidad inplantadoles el frances como idioma. Y el Gobierno de España no hace nada de nada, cuando los saharauis adoran nuestro idioma, se consideran casi como españoles ya que fue España quien siempre los protegio de Marruecos. Ahora los unicos que ayudan a los saharauis son los ciudadanos, mediante campañas o empresas privadas, etc.... Lo mismo digo de Guinea Ecuatorial. Tambien esa pobre gente está abandonada a su suerte. De ser (en la epoca de la colonia) la zona mas rica y con mayor renta per capita de Africa, es ahora uno de los paises mas pobres del mundo, y con un criminal ejerciendo de dictador, el señor Obiang (si es que se le puede decir señor). Aun me acuerdo de la heroica defensa del castellano que hizo en enero de 1993 el pueblo de Puerto Rico. Pero mucho me temo que esta isla tan querida por los hispanos va a ser al final absorvida por el gigante anglosajon. Lo que suelo ver de su pais, Filipinas es algo triste. Gente que tiene hasta nombres y apellidos españoles, y luego no tienen ni idea del idioma español, o hablan en ingles o en tagalo. Es bastante triste. Que nadie espere, sobre todo las antiguas colonias de España, ninguna ayuda del Gobierno español. Ellos ya estan mas ocupados subiendose el sueldo, reuniendose con la demas compañia de la Otan o con el señor Clinton. Ustedes tienen el apoyo, el respeto y el cariño de los españoles, pero diferencien eso, el Gobierno de España y el Pueblo de España. Son dos cosas muy distintas. Espero no haberme salido del contexto. Gracias por escuchar mi opinion y hasta otra. Jose manuel (España) correo electronico: [email protected] Gracias por sus intersantes opiniones--EF. Date: 9/27/1999 10:02:31 AM EST From: [email protected] (Roberto Blanco Andrés) Estimado Sr Farolán: Desearía retomar la correspondencia con usted, por diversos motivos he descuidado la comunicación, respondo a un e-mail suyo del pasado verano donde me comentaba la posibilidad de escribir un artículo, aunque ya tarde por estar finalizando septiembre (creo recordar que sacábais un número este mes)me gustaría poder participar en futuras ediciones. Sigo con mis trabajos de investigación sobre temas filipinos, preparando una tesis sobre lo mismo y conociendo cada vez más cosas de la "antigua perla de Oriente". Me encantaría si fuera posible que me facilitase otras direcciones en la red que considerase interesantes. Desde aquí sólo le puedo ofrecer bibliografías y ganas de trabajar. Deseando saber pronto de usted se despide atentamente: Roberto Blanco Andrés. Pudieras comenzar quizás con ponerte en contacto con el Sr. Fernandez, director Interpinoy, una redvista en inglés, donde hay varios artículos sobre la hispanidad filipina. Le puedes escribir también a la Sra. Medina quien te podría facilitar con muchas fuentes hispanofilipinas. Ambos tienen sus ensayos publicados en este número con su correo electrónico enlazado con sus nombres--EF
Subj: correo de Emilio Dominguez Date: 9/28/1999 12:07:06 PM EST From: [email protected] (Emilio Dominguez)
Mi estimado Don Edmundo: Le envío este correo, simplemente para felicitarle por el nuevo número de su revista. No dudo que cada día, gracias a sus esfuerzos tiene mayor número de lectores en España y en otros países hispanos. Adelante y no desfallezca. Saludos Emilio Domínguez Gracias Emilio. Y espero otra colaboración contigo en el futuro.--EF Subj: Preguntas y comentarios Date: 10/11/1999 8:52:02 AM EST From: [email protected] (Hector Abreu) Reply-to: [email protected] (Hector Abreu)
Les escribo desde Venezuela. Reciban mis saludos. Tengo algunas preguntas y comentarios. Me gusta la música y la capacidad de ésta de llegar a las masas. Al respecto, les pregunto lo siguiente: ¿No sería una buena idea promover la música latina en Filipinas para contribuir a que las masas perciban del idioma español un entusiasta "sabor a presente y futuro" y no solo a Historia? ¿Sería posible utilizar la música como instrumento para medir los "reflejos" latinos filipinos que los enlazan con las más de veinte naciones hispanoparlantes? ¿Tuvo éxito el tema "Macarena" en Filipinas? Me emociona la idea de un país lejano hispanoparlante. Es un sueño, no por ello irrealizable. Felicito a la Revista Filipina por su labor en este sentido. Yo también estoy dispuesto a poner mi "grano de arena". Me despido cordialmente y espero respondan mis preguntas. Gracias de antemano. El académico y gran defensor del español en Filipinas, Guillermo Gómez Rivera, es también director de una compañía de baile en Filipinas. Es cantor y utiliza la música española para atraer a sus estudiantes hablar y desarrollar la cultura hispana. Escríbale al Sr. Fernández ([email protected]) para su dirección en Filipinas. No sé si Gómez tiene email.--EF |
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