Manuel Bernabé y Hernández
Selección de poesías con notas de Manuel García Castellón
Himno al Sagrado corazón de Jesús
Coro:
No más amor que el Tuyo,
/¡Oh Corazón Divino!
/El pueblo filipino
/Te da su corazón.
En templos y en hogares/Te invoque nuestra lengua;/Tú reinarás sin mengua
/De Aparri hasta Joló (1).
Estrofa:
Ha tiempo que esperamos
/Tu imperio en el Oriente;
/La Fe de Filipinas
/Es, como el sol, ardiente;
Como la roca firme;/Inmensa, como el mar.
/La iniquidad no puede
/Ser de estas Islas dueña,
Que izada en nuestros montes
/Tu celestial enseña,
/Las puertas del infierno
/No prevalecerán.
(Manila, 1913).
(1) Poblaciones extremas al norte y al sur de Filipinas, respectivamente.
La romería de la muerte (fragmento).
(En recuerdo de los soldados filipinos y norteamericanos muertos durante la marcha forzada de Bataán a Tarlac bajo las órdenes vesánicas del ejército imperial japonés, en abril de 1942).
Cabizbajos, taciturnos, con espíritu cansino,
/inclinados, cual la hoja de la mies,
/van descalzos mis hermanos, a la vera del camino,/con la lágrima en los ojos y con la sangre en los pies.
Macilentos, cual las cañas exprimidas de verano;
/desgreñados, ojos huérfanos de luz.
/¡Quien los viera juraría no ver sombra de un hermano!
/¡Más parecen nuevos cristos desclavados de la cruz!
Son vencidos y caminan sin banderas;
/son vencidos y el azote les flagela los costados./A su lado van las fieras,
/bandoleros con disfraces de soldados.
Son agudo de clarines,
/pantominas de grandeza, gestos ruines,
/alaridos de jauría, roncas voces,
/de unos bárbaros más fieros que Caínes,
/dando vivas, dando gritos, dando coces.
Y los pobres van cayendo uno a uno,
/como pétalos sangrientos de las ramas florecidas.
/La agonía del ayuno,
/el temblor de las heridas,
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El vencido llama al cielo, pero el cielo no responde/¿Dónde han ido mis amores? ¿Dónde? ¿Dónde?
/Y no extraña que su grito hasta las rocas taladre./¿Por qué no llegas, oh, esposa?
¿Por qué no vienes, oh, madre?
/Y, no hallando desahogos a su pena,
/como naipes que llorasen se derrumban por la arena..........................................................................................
La salvaje bestia humana
/que te nombra raza hermana,
/se ha cebado en tus heridas /como turba de chacales
/ignorando que ni ahora ni mañana,
los fusiles, los cañones y las dagas infernales/podrán detener el vuelo hacia la altura
/de un pueblo que bebe a solas el cáliz de la amargura,
/que hace cruces en el pecho y en la frente,
/y prefiere vivir pobre y morir libre a ser paria eternamente.
...............................................................................
Mis hermanos van cayendo,
/mi hermanos van muriendo,
/como perros, como hormigas,
/de hambre, pestes y fatigas.
El sol llora y agoniza
/como máscara de fuego.
/El camino se enrojece con el riego
/de la sangre. Huele el viento a ceniza.
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Por cada vida truncada en el bélico delirio
/mil vidas retoñarán de los mártires en pos.
/¡Los vencidos han vencido en la gloria del martirio!
/¡Y las almas de los muertos son estrellas que nos guían hacia Dios!
Canta, poeta (fragmento)
A Salvador Rueda en su embajada cultural, septiembre de 1915.
Embajador de madre Hispania; alzo la copa
/a lo alto del Ensueño por la salud de Europa,
/la Europa uncida al yugo del hado militar/ bautizada con sangre por aire, tierra y mar,
la Europa que ha rencores de hermanos entre hermanos
/pero jamás de bardos indios y castellanos,
/porque es onda que corre por la arteria del verso,
/piélago de armonias que baña el Universo.
La España de hoy es sorda a irrumpir de metrallas;
/ahita de laureles en cesáreas batallas,
/no quiere ya ser cuna del Cid y de Pelayo,
/de la Armada Invencible, los Tercios, Dos de Mayo,
la que hizo de los pueblos haz de suelo español
/en que no se ponía la hipérbole del sol.
/Rama de olivo porta en sus divinas manos,
/que no quieren teñirse en sangre de cristianos,
/consiguiendo al arrullo de la fabla rimada
lo que soñara en vano tiranizar la espada./Tú, que al partir de Cuba, inclinada la frente,/cogiste tierra "para besarla eternamente",
/lee en el libro abierto de mi Naturaleza,
donde es panal la vida y otro Dios la belleza,
/donde, como en un pórtico de bienaventuranza,
/encontrarás a cada aurora una esperanza,
/y en la mujer, la flor, el nido y los alcores./Oirás la sinfonía de todos los amores,
y el cielo, siempre azul, sin mácula ni daño,
/que da eternal cobijo al propio y al extraño;
/los árboles ciclópeos que alzan la copa al cielo
/y hunden, por defenderse, la raigambre en el suelo,
de corteza tan amplia cual la unida cintura
/de tres gigantes de descomunal figura./Ve el Apo y el Maquiling, el Taal y el Mayón/de fraguas encendidas como un gran corazón,
incensarios de fuego hiriente en el altar
/de la patria, como un eterno luminar,
/como idea que salta del crisol de tu mente,
/como el anhelo indígena de ser independiente...
Y así, mientras la Europa riñe feroz contienda,
/y España es madre que no olvida a su hija ausente
/también como guerrero de acero no humillado
/que alegra su vejez mirando en el pasado...
Ese es el pueblo tuyo, que canta, diplomacias,
/del rey Alfonso, XIII, flor de las democracias;
/que con la unción del reino te entregó el estandarte
/tutelar y simbólico de la Paz y del Arte,
para que tu voz fuera en mi indiano solar
/el reparto y renuevo de un amor secular,
/(el árbol que la entraña de nuestro bosque cría/en cada retoñar acrece su ufanía);
para que tu voz fuera el aviso y proclama
/de que el idioma hispano no muere, pues se le ama,
/y España es madre que no olvida a su hija ausente
/a quien dió sangre e idioma en un rincón de Oriente;
y de que es ley que el vínculo espiritual subsista
/por cima del destino, del tiempo y la conquista.
/Heraldo de grandezas de la matrona ibérica,
/que pulsaste la cítara en la española América,
y envuelto entre los pliegues de su argentino manto
/volcaste toda el ánfora de tu lirismo santo,
/la flor que aroma, clave que trina el río en calma,
/como en el laberinto, de sus dudas el alma,
te brindará su encanto la paz de los cañales,
/desatará tu rima. Bajo espesos mangales,
/te pondrás en el cuello un collar de sampagas,
/la flor amada de las vírgenes dalagas...
Verás, al fin, un breve Edén en el planeta
/que no pudo jamás soñar ningún poeta,
/Canta, poeta, canta. Pienso, y no es desvarío,
/que ha de inmortalizar tu canto al pueblo mío.
Filipinas a España
La dulce hija, postrándose de hinojos,
/Dice a la madre, al tiempo que sus ojos
/leve cendal de lágrimas empaña:
/- Dios ha dispuesto el término del plazo
/y ya es la hora de romper el lazo
/que nos unió tres siglos, ¡Madre España!
¡Madre, sí, madre! Sobre mi haz tendido/va fermentando el anhelar dormido
/y el germen abonado se agiganta;
/la gratitud es flor del alma mía
/y no muere la clásica hidalguía
/do se yergue tu cruz, tres veces santa.
Puede venir el águila altanera
/y hundir el corvo pico en la bandera
/de gualda y oro que nos da alegría;
/podrán poner a mi garganta un nudo,
/que aun cuando el labio se retuerza mudo,
/podrá gritar el alma: "¡Madre mía!"
¡Dichoso instante aquel que vio a las olas
/dialogar con las naves españolas,
/llevando a Limasawa (1) a Magallanes
/De entonces a hoy, portentos mil se han visto,
/y es que el poder de España arraiga en Cristo,
/manso y sin hiel, multiplicando panes.
Soberbio es tu ideal, como tu gloria.
/Largos siglos ataste la victoria
/al carro de tu vieja monarquia.
/¿Cómo no amar tu gesta no igualada,
/si en las fronteras que humilló tu espada,
/el gran disco del sol no se ponía?
Más, no es la espada omnipotente sólo
/la que al brillar de uno al otro polo,
/obró cien maravillas en el llano:
/es la esencia vital de las Españas,
/que al invadir palacios y cabañas,
/prestó eficacia al ideal cristiano;
Quien empuñó con varonil denuedo,
/en los tiempos de Lope y de Quevedo,
/el cetro de oro y el blasón divino,
/quien sembró fe en la individual conciencia,
/decoro en la mujer, que es otra herencia,/ luz en las mentes y oro en el camino;
la que duerme arrullada por el cántico
/de las ingentes olas del Atlántico;
/la que empujó a Colón hasta la entraña
/del mundo nuevo, que copió su hechura;
/la que llevó a los pueblos fe y cultura
/y auras de libertad... esa es España.
España, la invencible soñadora,
/que monta Rocinantes a deshora,/ los toros lidia, viste la mantilla,
/ama la jota y al danzón se entrega,
/mas cuyo acero no es la hoz que siega,
/sino arado que pone la semilla;
la patria de la vid y la verbena,
/que fía a la guitarra su honda pena,
/dominadora de la Argel moruna;
/la que las tierras incas civiliza,
/hidalgo pueblo, de otros cien nodriza,
/única madre que meció mi cuna.
Los claustros de tus Cuevas y tus Prados (2)
/noche y día mirándose atestados
/de hijos nativos, del saber amantes;
/hiciste héroes y armaste caballeros,
/y aun late en el cantar de mis troveros
/la dulcísima lengua de Cervantes.
¡Oh, rica fabla espiritual! Simula
/cordaje de una cítara que ondula,
/es blanca arcilla y música ese idioma;
/claro choque de perlas y corales,
/remedo de los coros celestiales
/que de Dios mismo su raigambre toma.
Si lloro, se unifica con el llanto
/que impregna mi kundiman (3) cuando canto,
/y es en la liza imprecación alerta.
/Podrán hurtarme mis veneros de oro;
/pero, al perder tan singular tesoro,/ es que habré sido traicionada y muerta.
Rizal, Mabini, Del Rosario, y Luna (4)
/son vástagos comunes. La fortuna
/dejó en su frente un evangelio escrito.
/Si yo les di mi maternal entraña,
/no empresa mía fue, sino de España,
/fundir el alma en su troquel bendito.
La Cruz de Arrechedera y Urdaneta (5)
está en mis cielos; tabla es que sujeta,
/cuando zozobra, al bien. Porque a despecho
/de las más encontradas ambiciones,
/tu religión, tu fe, tus tradiciones
/han abrigo recóndito en mi pecho.
En el curso del tiempo desenvuelto,
/tú, España, volverás. ¿Qué amor no ha vuelto
/presa en la red del propio bien perdido?
/Serás un ave, enferma de añoranza,
/que va a volar cuando la noche avanza
/en dirección al solitario nido.
Si están ahítos de llorar tus ojos,
/y en otros días, te causara enojos,
/la era de paz y de perdón se inicie.
/¡Oh, qué mejor que tras la despedida,
/seamos como el agua en dos partida;
/que se torna a juntar en la planicie!
Mientras la vista atónita vislumbra
/la luz de redención en la penumbra,
/e hijos del alma apréstanse a las lides,
/¡Ve, Madre! Y digan valles y colinas:
/¡Gloria a la Madre España en Filipinas!/¡Loor eterno a ti! Tú no me olvides.
(Manila, 1913)
(1) Limasawa - una de las islas del archipiélago de Filipinas.
(2) Cuevas y Prados - misioneros y predicadores dominicos en Filipinas.
(3) Kundiman - un género de canción típica del país.
(4) Héroes filipinos.
(5) Arrechedera y Urdaneta -misioneros españoles en Filipinas, 1913.
Bendito mi gallo blanco
Gallo blanco. Airón de lidia,
/plumaje tornasolado,
/cuello fino interrogante
/de alba asomándose al llano.
Patas recias, patas ágiles
/De mucho andar por el campo.
/No vió ejemplar más soberbio
/el corral de Tío Juancho.
Al sol y a la luna un día
/les robó, ladrón, el diablo/sus galas, para que fuera
/luna y sol mi gallo blanco.
¡Ay, que ya en mi jaula duerme!
/¡Ay, que ya me está cantando
/con el alba, cuando nace,
/rival de todos los pájaros!
¡Ay, que ya come el palay,
/en la cuenca de mis manos,
/y son arrullo y caricias
/sus kikirikís y saltos!
--Mozo, ¿por qué le desquicias
/esa cresta sobre el raso
/de su cabeza granate?
/-- ¿No sabe, por Dios, mi amo?
Por que la sangre rubrique
/la frente y vea más claro.
/-- ¿Por qué, le sobas tan duro?
/-- Para ser duro al asalto.
¡Ay, que me bailan los céntimos
/que me ha dado mi trabajo!
/Y pues la fiesta se viene,
/es menester duplicarlos.
Bueno fuera que la vida
/se fiase a piernas y brazos.
/¡A la gallera, el domingo,
/bendito mi gallo blanco!
La muerte de don Quijote
¿Qué tienes, buen Quijano? ¿Por qué lloras?
/¿Por qué, a lomos del bravo Rocinante,
/miras la eterna sucesión de auroras
/en el Levante?
Amparo de doncellas, flor de sabios,
/vencedor sin igual en las batallas,
/desfacedor de cuita y agravios,
/di, ¿por qué callas?
¿No soñaste en princesas y dragones,
/molinos y cabreros no venciste?
/Tú no calzaste espuelas de ilusiones?/¿Por qué estás triste?
Si el mundo es tuyo en tus cien mil locuras
/y al blanco Clavileño, lo has atado,
/¿por qué en la hora de morir, abjuras
/de tu pasado?
Di la razón vital de tu enmienda,
/el mal que causan tus extrañas trotes;
/y el mundo, el mundo sin razón que aprenda
/de los quijotes.
...Y el buen Quijano, dando una voz muy fuerte,
/Con Sancho y con el cura entre su vera,
/me respondió, a dos dedos de la muerte/ de esta manera:
--¡Loado sea Dios, que no me pierde
/en la red de mis tristes aventuras:
/si viví loco, he de morirme cuerdo.
/¡Adiós, locuras!
Adiós, ventas, molinos de los vientos,
/la del Toboso, pertinaz simpleza
/que de humo relleno los aposentos
/de mi cabeza!
La ilusión es la luz que apenas arde/y que presto se disipa, en nuestro daño:
/¿Por qué, Dios mío, me mandasteis tarde/ el desengaño?
Pues tengo de morir, a Sancho Panza,
/espejo de los fieles escuderos,
/que en mis hambres y sed me dio pitanza
/doy mis dineros.
Salte a los vientos rota mi quimera,
/y, pues, del mundo aún el futuro es ancho,
/¡muera el Quijote, el desatino muera!,
/y ¡viva Sancho!
Sancho es el porvenir, bien que nos llama,
/Quijote es la ilusión que el alma hiere;
/es mariposa que, al tocar la llama,
/se ahoga y se muere.
No se puede vivir cazando estrellas,
/porque el vivir de antaño y el de hogaño,
/está tejido con las cosas bellas
/del desengaño.
Que yo a los hombres escarmiento sea:
/como la tierra mis funestos brotes;
/y se acabe de un soplo la ralea
/de los quijotes...
Esto diciendo, se aquietó un minuto,
/y luego fue doblando la cabeza:
/moría flaco, inane, triste, enjuto,
/y en la pobreza.
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